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Las elecciones alemanas en la conciencia del presidente

Mirra Banchón21 de junio de 2005

El presidente alemán se reúne con líderes de las fracciones parlamentarias para asegurarse de la unanimidad del apoyo al plan de Schröder, ¿Se prepara en vano Alemania para elecciones? Improbable, pero posible.

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Horst Köhler: hincapié en su independencia política.Imagen: AP

Cuando el canciller alemán, Gerhard Schröder, anunció el 22 de mayo que habría elecciones anticipadas, todo parecía de una inminencia abrumadora. Ahora, los días que faltan hasta el 1 de julio, cuando piensa pedir el voto de confianza al pleno del Bundestag, parecen no pasar. Hasta que el presidente alemán, Horst Köhler, resuelva si disuelve el Parlamento el transcurrir del tiempo es lento y el acontecer, pesado.

Paradójicamente, mientras los partidos ya han determinado sus candidatos, se ha creado un nuevo partido de izquierdas, se cocinan los programas de gobierno y en general se especula con el poder, oficialmente la convocatoria a elecciones anticipadas sigue teniendo el calificativo de `eventual´. El presidente alemán, Horst Köhler, debe aceptar el voto de desconfianza, disolver el Parlamento y convocar las legislativas, "si lo considera adecuado y constitucional".

Köhler se reúne apenas hoy con los líderes de los partidos para asegurarse del apoyo de todos los grupos parlamentarios a los comicios y de sus razones para ello. Supuestamente, un poco probable cambio en la Constitución que posibilite las elecciones anticipadas estaría también en la agenda de las conversaciones.

El plan del canciller

El plan del canciller Gerhard Schröder es someterse el 1 de julio a un voto de confianza ante el Parlamento, con intención de perderlo y precipitar con ello las elecciones, que se estiman para el 18 de septiembre. Pero antes de proceder a la disolución del Parlamento y eventual convocatoria de los comicios anticipados, Köhler debe convencerse de la constitucionalidad de este camino.

La conciencia del presidente

Según la Carta Magna alemana, el Parlamento no se puede autodisolver ni tampoco puede manipularse un voto de confianza, sino que el avance de las elecciones debe responder a una auténtica crisis o a la pérdida de la mayoría por parte del Gobierno. Así argumenta reiteradamente el presidente Köhler, haciendo hincapié en su total independencia al tomar una decisión de ese calibre. La voluntad de los partidos sería sólo uno de los criterios. "Los ciudadanos deben estar seguros de que se está manejando la Constitución adecuadamente", declaró al semanario Der Spiegel.

Si bien para efectos cívicos, las declaraciones del presidente Köhler en cuanto a que luego de escuchar todos los argumentos "decidirá según su leal saber y entender" son tranquilizadoras, para efectos prácticos podrían llegar a ser desesperantes, tanto que de las filas conservadoras se escuchan ya voces pidiendo algún indicio de la dirección que tomará el examen de conciencia del presidente.

Mucho parece indicar que tales declaraciones no son más que un respetable formalismo, pues el país entero parte del supuesto de elecciones generales en el verano y se prepara para ellas. Sin embargo, que el presidente alemán tiene el poder de cambiar por constitución el curso de los acontecimientos es un hecho. En ese caso, un año más en el poder le quedaría al maltrecho gobierno de Gerhard Schröder. Tan poco probable es que en ese tiempo las reformas introducidas por la coalición socialdemócrata y verde den los frutos esperados y que su electorado recobre la confianza en ellos, como que Horst Köhler, desde su fuero interno, decida no disolver el Parlamento.

Horst Köhler lleva justo un año en la presidencia, y aunque no son pocos los que se esperaban más del ex director del Fondo Monetario Internacional, son claros sus intentos de acentuar el perfil de este cargo representativo. Köhler, así analistas de la televisora estatal ZDF, pretende poner a la luz la influencia política ejercida por presidentes anteriores desde la sombra. ¿Todos estos anuncios de prolijidad constitucionalista no serían, entonces, más que un pulso político?