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UE cierra filas y demanda autodeterminación para Bielorrusia

Barbara Wesel
19 de agosto de 2020

La UE no reconoce el resultado de las elecciones de Bielorrusia y demanda un diálogo nacional sin intervención externa. Europa muestra cohesión. Pero el futuro del país se decide en Moscú.

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Belarus I Proteste in Minsk
Imagen: picture-alliance/AP/D. Lovetsky

Rara vez ha habido tanto consenso en la Unión Europea en un asunto de política exterior: la UE respalda de manera irrestricta las protestas pacíficas en Bielorrusia, pide un diálogo entre todas las partes y subraya que no debe haber injerencia extranjera. Y satisface la demana de la líder opositora Svetlana Tijanóvskaya, ya que no reconoce el resultado electoral con que Alexander Lukashenko se mantiene en el poder. La solidaridad de los países del Este ha obrado el milagro en la UE y ha contribuido a forjar una imagen de armonía.

El papel de Merkel

La canciller alemana se expresó con extrema claridad al término del encuentro de la UE, que se llevó a cabo en forma virtual. "Condenamos la brutal violencia contra las personas” en Bielorrusia, afirmó, agregando que las elecciones no habían sido libres ni justas, razón por la no se reconoce su resultado. Subrayó igualmente que se debe respetar la libertad de opinar y de manifestarse, y que los detenidos deben ser puestos en libertad sin condiciones.

Esa es una parte de su mensaje. Pero lo principal, de seguro, fue la afirmación de que los propios ciudadanos bielorrusos "saben lo que es bueno para ellos” y solo ellos deben decidir su futuro, sin intromisión del exterior. Eso conlleva una promesa de que la UE no intervendrá directamente en lo que ocurre en el país, y no tiene intenciones de vulnerar la esfera de influencia de Moscú. Pero también implica una exhortación al presidente ruso, Vladimir Putin, a abstenerse por su parte de emprender acciones militares u otras formas de injerencia.

Angela Merkel telefoneó el martes con Putin, para explicarle la posición de los europeos. "No dije en vano que Bielorrusia debe determinar su propio camino”, precisó la canciller alemana en conferencia de prensa. De seguro le dejó en claro al presidente ruso lo que piensan los europeos, que quieren evitar a toda costa que se repitan acontecimientos como los de 2015 en Ucrania.

La gobernante alemana contó, además, casi de pasada, que también intentó llamar por teléfono a Lukashenko, pero este no respondió. ¿Un gesto de cobardía de un autócrata que persigue y reprime con tanta brutalidad a su propia ciudadanía? Angela Merkel, que no hace nada sin haberlo pensado, no habría podido desenmascarar mejor a Lukashenko.

Europa del Este unida

La cumbre se llevó a cabo sobre todo a instancias de Lituania y Polonia. Muchos países de Europa del Este recuerdan su propio pasado y los movimientos libertarios de 1989. Los cuatro países del Grupo de Visegrado se presentaron con una clara declaración, del todo coincidente con la línea de la UE. El premier polaco, Mateusz Morawiecki, subrayó tras el encuentro que no se puede admitir ninguna intervención del exterior.

Indicó también que la UE debería ofrecer a Bielorrusia una alternativa a sus estrechas relaciones económicas con Rusia. Pero, si Bruselas realmente intentara modificar algo en el statu quo económico, Moscú podría interpretarlo como una escalada, porque las exportaciones de petróleo y gas rusos a Europa occidental pasan, en parte, por Bielorrusia.

Polen Krakau  Anti Lukaschenko Proteste
Protesta contra Lukashenko en Polonia.Imagen: picture-alliance/NurPhoto/B. Zawezel

¿Qué medidas concretas puede tomar la UE?

El presidente del Consejo de la UE, Charles Michel, afirmó que la crisis de Bielorrusia no es un asunto de geopolítica, sino que se trata del "derecho de la gente a elegir libremente a sus gobernantes”.

Con la mayor rapidez posible ha de acordarse una lista de sanciones contra los responsables del fraude electoral y la brutal violencia empleada contra los manifestantes. Estas incluirán probablemente prohibiciones de entrada y bloqueo de cuentas de figuras cercanas a Lukashenko.

Semejantes sanciones ya fueron aplicadas contra cerca de 200 funcionarios entre 2004 y 2016, en incluso contra el propio gobernante, sin que ello indujera cambios en Minsk. Las medidas son, por lo tanto, más de carácter simbólico. La UE es reacia a aplicar sanciones económicas al país, porque afectarían a la ciudadanía a la que se quiere respaldar.

Pero la pregunta clave es qué hará Putin. El no tiene un interés personal en Lukashenko. ¿Podría, por lo tanto, aceptar un nuevo jefe de gobierno en Minsk, que sea afín a Rusia y que pueda mantener un equilibrio entre el reconocimiento por parte de la propia población y del Kremlin, por un lado, y el de los europeos, por otro? La UE solo puede amenazar al presidente ruso con más sanciones económicas, para evitar una intervención militar. La Unión Europea ha hecho lo posible por apoyar a la gente de Bielorrusia. Pero la decisión está en manos de Putin.

(ers/cp)

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