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La "suciedad" de la guerra

21 de marzo de 2003

Greenpeace levanta un símbolo en Berlín frente a la embajada estadounidense, en acto de protesta contra la guerra y sus consecuencias ecológicas.

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Desastres de la Guerra del Golfo en 1991.Imagen: AP

Greenpeace levantó en Berlín un monumento simbólico de 3,5 metros de altura y fabricado en acero. Una vela y una campanada marcarán el paso de cada hora de guerra delante de la embajada de EE.UU. En palabras de los portavoces de Greenpeace, la catástrofe ecológica que provocará la guerra será todavía peor que la de hace 12 años.

La catástrofe de 1991

Los testimonios gráficos de la Guerra del Golfo de 1991, pusieron de manifiesto las consecuencias ambientales de los bombardeos. Pozos petrolíferos en llamas, cielo ennegrecido y enormes masas de líquidos pesados. Millones de barriles de petróleo que ardían diariamente durante meses, haciendo desaparecer el cielo entre nubes de humo y hollín. Imágenes que recuerdan al pintor holandés "el Bosco", que imortalizó en sus cuadros las penas que esperan a los condenados al infierno. Enormes cantidades de crudo contaminaron el Océano Índico o desaparecieron filtrándose entre las arenas de Kuwait. Los restos del petróleo llegaron a provocar estragos a 2.000 km de distancia de Irak como posteriormente probaron los análisis químicos del suelo. Tras el desastre medioambiental de la Guerra del Golfo en 1991, Irak no se ha recuperado del todo. Mientras, la amenaza de una catástrofe ecológica se hace de nuevo presente si los ataques de las fuerzas aliadas se prolongan en contra de las previsiones.

El planeta víctima de la guerra

Saddam Hussein declaró esta vez su intención de no destrozar las riquezas del suelo o los muros de contención. Sin embargo, ya existen testimonios de que algunos campos petrolíferos han empezado a arder. Si el dictador opta por esta estrategia de tierra quemada, más de 1000 campos petrolíferos pueden arder en Irak. También los presuntos almacenes de armas químicas y biológicas pueden formar parte de esta maniobra. Los agentes nocivos liberados en el medio ambiente pondrían en peligro a los pobladores de las regiones vecinas. Pero no sólo la salud de los habitantes de la región del Golfo está en juego, sino también la gran diversidad de especies de la región, que se verían seriamente amenazadas. En 1991 murieron 25.000 pájaros a causa del barro negro. La capa de petróleo dañó el sensible ecosistema marino y la región costera, y convirtió muchas zonas fértiles en tierra baldía.

Los expertos temen sobre todo la contaminación del aire, que puede afectar también al cambio climático. Así fue en 1991. Después de que el fuego cesó en los pozos, la temperatura del aire bajó 10 grados y la del agua unos 7°C. Por el contrario, las temperaturas invernales subieron.

En esta guerra, las fuerzas aliadas han previsto usar más munición que en las dos guerras mundiales. Los esfuerzos de los últimos años para reducir los daños ecológicos de la guerra y convertir en habitables las zonas desérticas, no habrán servido para nada si la guerra se prolonga. Como se ha demostrado en experiencias anteriores, los daños que nadie ve y de los que nada se escucha en las noticias en tiempo de guerra, provocan a la larga serias consecuencias para el bienestar de la humanidad.