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La política alemana en el laberinto del coronavirus

Marcel Fürstenau
23 de marzo de 2021

Angela Merkel y los estados federados buscan una salida a la crisis del COVID-19 en vista del aumento de las cifras de contagio. Una vez más en vano, opina Marcel Fürstenau.

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Deutschland - Coronavirus - Beratungen von Bund und Ländern - Pressekonferenz
Imagen: Michael Kappeler/dpa/picture alliance

La situación es dramática, confusa y contradictoria. Desde hace días, la curva más famosa y notoria de Alemania ha vuelto a subir: la de las infecciones por SARS-CoV-2. Los expertos de la ciencia y la política lo advirtieron cuando se decidió la flexibilización de medidas a principios de marzo, tras cuatro meses de confinamiento. Por fin se permitió la reapertura de escuelas, guarderías, peluquerías y comercios, bajo estrictas condiciones.

Así lo acordaron la canciller Angela Merkel y los jefes de los 16 gobiernos federales tras duras disputas. Millones de personas hartas del coronavirus y del rumbo tambaleante de la política sintieron las decisiones como un golpe liberador. La era de las aparentemente interminables privaciones y restricciones diarias parecía haber terminado. Y, sin embargo, intuían que la marea podía volver a cambiar rápidamente. De hecho, lo sabían.

Deutsche Welle Marcel Fürstenau Kommentarbild ohne Mikrofon
Marcel Fürstenau, periodista de DW.Imagen: DW

Salvar a Alemania del colapso económico y anímico

Después de todo, los temores de los virólogos no eran ni son inventados de la nada. Se basan en cálculos constantemente actualizados, teniendo en cuenta los nuevos descubrimientos. Por ejemplo, sobre las peligrosas mutaciones de los virus o las consecuencias del aumento de la movilidad. Sin embargo, la esperanza de lograr más que un alivio a corto plazo no era, de ninguna manera, irracional. Porque estaba vinculada a la promesa de que la hasta ahora lenta vacunación de la población se aceleraría notablemente y se realizarían más pruebas. Que son requisitos importantes para reducir los riesgos de coronavirus de forma controlada y para salvar al país del colapso económico y anímico mediante aperturas cautelosas.   

Pero la esperanza de una salida fiable del enredo de la pandemia se vio una vez más gravemente truncada por Angela Merkel y los líderes regionales. Ellos discutieron hasta altas horas de la noche sobre si era posible viajar por Alemania durante las vacaciones de Semana Santa y en qué condiciones. O a quién se le permite encontrarse con quién. Sin embargo, para los defensores de la línea dura, incluso las más pequeñas concesiones son escenarios de horror.

El dilema: ninguna estrategia ha tenido éxito

Sin embargo, los defensores de una estrategia de cero COVID-19, es decir, los que respaldan un cierre total de la vida pública, se lo imaginan demasiado fácil refiriéndose solo a las cifras de contagios y muertes. Tras un año de coronavirus sin un avance decisivo, la mayoría de la gente ha perdido la paciencia y la fe en una estrategia fiable para hacer frente a la pandemia. En una reciente encuesta realizada por el instituto internacional de sondeos de opinión YouGov, por encargo de dpa, dos tercios de los alemanes se muestran insatisfechos con la gestión de la crisis.

Un dato preocupante y alarmante, sobre todo en un año en el que aún quedan cuatro elecciones regionales y las generales de septiembre. Ahí hay mucha dinamita política y social. Los negacionistas del coronavirus y los enemigos de la democracia han intentado utilizar la crisis para sus propios fines desde el comienzo de la pandemia. Una y otra vez, esto da lugar a disturbios como el del pasado fin de semana en una manifestación en Kassel, en el estado federado de Hesse.

Alemania va por mal camino

Los resultados son preocupantes: Alemania no consigue controlar la crisis del coronavirus porque no ha elaborado a tiempo conceptos a largo plazo. Las cosas iban razonablemente bien mientras las tasas de infección y muerte fueron comparativamente bajas, incluso en una comparación internacional. Ese fue el caso hasta el otoño de 2020. Desde entonces, los índices decisivos han aumentado drásticamente y la credibilidad de la política ha bajado mucho. Esto, además, alimentado por los escándalos en la adquisición de mascarillas protectoras, en los que están implicados miembros del Parlamento. Alemania va por mal camino. Actualmente no es previsible una salida de este laberinto del coronavirus.

(ct/ers)