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La libertad de flagelarse

23 de abril de 2003

La nueva libertad que disfruta el pueblo iraquí se podría convertir en una pesadilla para los estadounidenses. Millones de chiítas reunidos en Kerbala se manifiestan contra la ocupación y en pro del Islam.

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En Kerbala se conmemora la muerte del líder espiritual de los chiítas Al Husein, nieto de Mahoma.Imagen: AP

Seguramente el gobierno de Bush tuvo otra idea al proclamar la libertad de expresión y la nueva era democrática en Irak. A pocos días del derrocamiento del régimen de Sadam, la opinión de las masas parece convertirse en un campo minado para cualquier político moderado.

Pronunciarse en pro de los estadounidenses puede hasta poner la propia vida en peligro. A principios de este mes, el líder chiíta moderado, Abdelmayid Al Jui, fue asesinado en Nayaf, justo tras su vuelta de Londres, donde vivía en el exilio.

Hace dos días, soldados estadounidenses detuvieron al ayatolá Mohamed Fardosi, que encabezaba un grupo radical chiíta y tres de sus asesores por la supuesta implicación en ese asesinato. En un ambiente caracterizado por manifestaciones permanentes en contra de la presencia de EE.UU. en el país, una decisión muy arriesgada.

"USA go home"

Unos 2.000 chiítas se congregaron en Bagdad protestando por la detención de Fardosi y coreando consignas y mostrando pancartas que denunciaban la presencia militar de EE.UU. "No a Sadam, no a la ocupación y si al Islam", se leía en algunas de ellas.

Según fuentes chiítas, Fardosi fue detenido camino a Karbala donde quería reunirse con los centenares de miles de chiítas que peregrinan estos días a la ciudad para conmemorar la muerte, hace catorce siglos, del imán Husein, nieto del profeta Mahoma.

Al menos un millón de personas procedentes de diversos puntos de Irak e incluso de Irán se dan cita en la ciudad de Kerbala, a unos 150 kilómetros al sur de Bagdad, para celebrar esta festividad religiosa, que había estado prohibida durante el régimen del derrocado presidente iraquí, Sadam Husein.

¿Ejemplo Irán?

En Kerbala, la peregrinación de los chiítas también se convirtió en foro de protestas contra Estados Unidos. Al compás de los rituales de flagelación, se escucharon voces que gritaban "No a Estados Unidos, no a Israel, no al demonio".

Después de la victoria militar EE.UU. se encuentran en un dilema peligroso. Sin los chiítas, que constituyen más del 65% de los 25 millones de iraquíes, será muy difícil - mas bien imposible – establecer un nuevo orden democrático en Irak. Pero las imágenes desde Kerbala, donde los creyentes se flagelan en trance, pegándose de manera sangrienta su espalda y cortándose con cuchillos heridas en los brazos, tienen que asustar a la administración Bush. Estas imágenes hacen pensar en el régimen fundamentalista de Irán y las escenas vividas en Teherán tras la caída del Sha de Persia. No son precisamente buenos recuerdos.