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La guerra de Ucrania obligó a un cambio radical en Alemania

Matthias von Hein | Christoph Hasselbach
24 de agosto de 2022

La guerra en Ucrania lleva seis meses, y también está cambiando a Alemania. Un análisis sobre el derribo de tradiciones, sobre imposiciones políticas y la urgencia de un cambio.

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Olaf Scholz y Emmanuel Macron observan la Puerta de Brandeburgo iluminada con los colores de la bandera de Ucrania.
Olaf Scholz y Emmanuel Macron observan la Puerta de Brandeburgo iluminada con los colores de la bandera de Ucrania.Imagen: Michael Kappeler/dpa/picture alliance

Dos guerras mundiales y dos dictaduras en el siglo XX han hecho crecer en Alemania una profunda desconfianza hacia todo lo militar. Con la guerra de Ucrania, sin embargo, Alemania se reconcilia con el Ejército y se prepara para futuros conflictos.

El terreno para ello lo preparó el canciller, Olaf Scholz, tres días después de la invasión rusa de Ucrania. El 27 de febrero, Scholz no solo declaró que se había llegado a un "punto de inflexión", sino que también tomó medidas concretas. La Bundeswehr, abandonada durante décadas, va a ser revitalizada. Se creó un fondo especial de 100.000 millones de euros para financiar adquisiciones urgentes. El objetivo de la OTAN de destinar un mínimo del 2% del Producto Interno Bruto (PIB) a armamento, adoptado en 2014 en respuesta a la anexión de Crimea por parte de Rusia, se mantendrá de forma permanente en el futuro. Eso convertiría el presupuesto para armamento de Alemania en el mayor de Europa. Y el canciller prometió defender cada centímetro del territorio de la OTAN.

Seis meses después del comienzo de la guerra en Ucrania, el experto estadounidense Josef Braml dice a DW que "la expresión 'punto de inflexión' llamó la atención en Washington. Alemania invertirá gran parte del dinero en Lockheed Martin y comprará aviones de combate F35. Esta es la solución más cara. Eso significa que dependeremos a nivel tecnológico de Estados Unidos durante las próximas décadas".

Un caza Eurofighter alemán recibe combustible en vuelo en maniobra en Australia.
Un caza Eurofighter alemán recibe combustible en vuelo en maniobra en Australia.Imagen: Christina zur Nedden

Vacas sagradas sacrificadas en el matadero de la "Realpolitik"

La guerra y las crisis han obligado a los políticos del Partido Socialdemócrata (SPD), al partido Los Verdes y a los liberales del FDP a sacrificar toda una serie de "vacas sagradas".

Justamente Robert Habeck, el ministro de Economía y Protección del Clima y vicecanciller, de los Verdes, ha tenido que volver a poner en marcha las centrales eléctricas de carbón que ya estaban cerradas, debido a la restricción del suministro de energía de Rusia. A causa de las elevadas emisiones de CO2, eso supone una ruptura con los tabúes ecológicos.

El vicecanciller verde podría incluso tener que prolongar la vida útil de las centrales nucleares. De hecho, los tres últimos reactores deberían cerrarse a finales de año en el marco del políticamente deseado abandono de la energía nuclear, un asunto que toca de lleno el corazón de Los Verdes.

De repente, también es posible la entrega de armas en zonas de crisis. En el pasado, los Verdes, en particular, habían condenado regularmente las exportaciones de armas, por ejemplo, a Arabia Saudí. Ahora exigen que también se entreguen armas pesadas a Ucrania, lo antes posible.

El politólogo de la Universidad de Bonn Volker Kronenberg diagnostica que "esta conmoción ha creado un impulso en el que hay mucho espacio para la elaboración de políticas. Estos tiempos de crisis son la hora del Ejecutivo", dice Kronenberg a DW.

Inseguro modelo de negocio

Pero el modelo de negocio de las últimas décadas funcionaba, de forma simplificada, de este modo: con grandes cantidades de energía barata procedente de Rusia, los productos preliminares de China se transformaban en productos de alta calidad, y se exportaban, sobre todo, a China. China es el socio comercial más importante de Alemania; sectores económicos enteros dependen del mercado chino; las cadenas de suministro de otros sectores dependen de los proveedores chinos.

Un pilar del sistema ya se tambalea: el comercio con Rusia se ha visto drásticamente restringido por varios paquetes de sanciones de la UE contra ese país. Las materias primas como el gas, el petróleo y el carbón fluyen cada vez menos hacia Alemania. Antes de la guerra, el país importaba más de la mitad de sus necesidades de gas de Rusia.

El segundo pilar, el comercio con China, sigue dando sus frutos. Pero hay un creciente malestar por la dependencia alemana del mercado chino. También bajo la presión de EE.UU., se está iniciando una especie de reversión de la globalización bajo la bandera del desacoplamiento. Se están formando nuevos bloques bajo los auspicios de China y Occidente. Esto hará más difícil hacer negocios con todas las partes.

Ante la abundancia de crisis y conflictos, actuales e inminentes, el Gobierno de Berlín ha comenzado a trabajar en una Estrategia de Seguridad Nacional. Hasta ahora, Alemania no había considerado necesario tener claros sus objetivos geoestratégicos y las formas de alcanzarlos.

(jov/cp)