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Jardinería de guerrilla en Hamburgo

9 de agosto de 2010

Tierra, semillas y palas son armas para estos jardineros-guerrilleros: habitantes citadinos que se apropian de espacios públicos, mientras la comunidad celebra el reverdecer gratuito de sus calles y terrenos baldíos.

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Sin jardín, ni balcón, pero con fantasía: bañera verde frente a la puerta, en Hamburgo.Imagen: Dirk Schneider

La joven de espejuelos y corte de cabello asimétrico prefiere permanecer anónima. Se hace llamar Flori, su “nombre de jardinera”. Flori está ocupada con el redondel de tierra alrededor de un árbol, sobre una acera del barrio de St. Pauli en Hamburgo.

Basura, excremento de perros y algo de hierba salvaje se acumula generalmente en estos pequeños espacios de tierra entre árboles y acera. Ahora, Flori, con excelentes manos para las plantas, los convierte en pequeños jardincillos con hierbas aromáticas y flores. “Siempre lo hemos hecho de día, no hacemos un secreto de ello”, cuenta Flori. “La gente se queda parada una y otra vez y nos dicen: ‘oye, ¡que bien que al fin alguien hace algo’!”.

Guerilla Gardening
"Esto es un cantero, no sitio para bicicletas o excremento de perros".Imagen: Dirk Schneider

Los guerrilleros originales padecían hambre

En inglés se le conoce a este tipo de activismo como "urban gardening" o "guerrilla gardening". Pero Flori no se llamaría a sí misma “jardinera de guerrilla”. Tiene demasiado respeto por la historia del término. Los primeros de estos jardineros fueron personas que padecían hambre y plantaron hortalizas sobre tierras ajenas – de las que con frecuencia habían sido propietarios antes de ser expropiados o forzados a cederlas.

“En esos casos se trata de asuntos tan graves como el de la seguridad alimentaria. En Hamburgo esto es más bien ‘jardinería ornamental’”, aclara Flori con modestia. Ella es simplemente una jardinera apasionada que tuvo que renunciar a su jardín al mudarse a la ciudad.

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"Flores en vez de tierra baldía" - lema de los jardineros-guerrilleros.Imagen: Dirk Schneider

Apadrinar áreas verdes

En muchas ciudades los jardineros privados son muy bien vistos. Las arcas de las ciudades están vacías, así que no hay dinero para cuidar de las áreas verdes fuera de los grandes parques. “Por eso permitimos estas acciones, mientras se mantengan en ciertos límites”, confirma Lars Schmidt, vocero de la administración de St. Pauli.

Árboles plantados sin autorización, cuyas raíces pueden dañar el pavimento, o acciones que interrumpan las vías de transporte no son bienvenidas. Pero en Hamburgo se puede incluso solicitar oficialmente convertirse en padrino de un área verde. Eso sí, nadie recibirá apoyo material o financiero por ello. Así que Flori y sus “compañeros de armas” prefieren permanecer anónimos. Ellos tampoco tienen dinero de sobra y sus plantas las obtienen muchas veces de regalo.

Lanzar “bombas de semillas”

Guerilla Gardening
Ideal para "guerrilleros" principiantes: una jardinera abandonada.Imagen: Dirk Schneider

La jardinería está de moda en la ciudad. Cada vez más nichos florecen donde antes sólo había malas hierbas y ortigas. En el mercado se encuentran ahora incluso las llamadas “bombas de semillas”: pequeños balones de tierra, barro y semillas. Uno sólo tiene que dejarlas caer mientras va de paseo, o lanzarlas desde el auto a una jardinera divisoria en la avenida y esperar a que florezca.

También Manfred Braasch de la Federación para la Protección del Medio Ambiente y la Naturaleza (BUND, por sus siglas en alemán) saluda estas iniciativas de los jardineros privados, aunque advierte que algunas áreas poco atractivas y aparentemente baldías a los ojos del ciudadano común pueden tener un valor botánico: “En ellas no se debería intervenir para sembrar de ninguna manera. Además tampoco se deberían sembrar plantas exóticas o propias de otros lugares, que muchas veces representan daños aun cuando luzcan muy bonitas”.

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La acera se convierte en jardín, un trozo de tierra por sembrar aparece en cada esquina.Imagen: Dirk Schneider

“Seguiremos sembrando, si es preciso también cizaña”

Flori se sorprende una y otra vez al ver todo lo que crece en sus “jardines” cuando camina por las calles de su barrio. Justo ahora están creciendo sus primeras rosas malvas junto a los autos parqueados: “Lila oscuro, qué hermosas”. Pero no todo ha sido color rosa para la activista. Flori ha tenido que lidiar ya con algunas decepciones.

Hace poco uno de sus jardines fue totalmente destruido durante la noche y el terreno amaneció cercado – obra de la administración de un edificio que nunca antes se había ocupado de su jardín lleno de escombros y basura. Frente a situaciones como esta a Flori le sale de adentro la guerrillera: “nosotros seguiremos sembrando, si es preciso también cizaña, este es ahora el lema”.

Autor: Dirk Schneider / Rosa Muñoz Lima

Editora: Emilia Rojas Sasse