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En torno a Trieste viven y trabajan italianos de origen croata, descendientes de familias expulsadas de Croacia en la Segunda Guerra Mundial. Las expropiaciones de fincas italianas al otro lado de la frontera nunca llegaron a indemnizarse. Con el ingreso de sus vecinos, muchos italianos albergan la esperanza de volver a afincarse y abrir negocios en Croacia.