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En los meses de julio y agosto, la vida nocturna del sur de Europa transcurre sobre todo en espacios abiertos. Pero en Roma y en Milán el ambiente festivo veraniego ha adquirido tales dimensiones que los vecinos han pasado a la ofensiva. Se escudan en el derecho comunitario y en Milán ya han cosechado una victoria estratégica. Una nueva regulación prohíbe a los hosteleros vender, después de la medianoche, comida o bebida que vaya a ser consumida en la calle. ¿Qué consecuencias tiene esta prohibición para el disfrute nocturno del espacio público?