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Revelaciones como las de Swissleaks suponen pagos de impuestos multimillonarios a las arcas públicas de todo el mundo. Denuncian casos de corrupción, uso indebido de datos y crímenes de guerra. Sin los informantes el mundo estaría ciego ante muchos abusos. Pero detrás de cada escándalo hay un destino. Tras denunciar las prácticas comerciales ilegales de los bancos suizos, la vida de Rudolf Elmer dio un vuelco. También Stéphanie Gibaud, empleada del banco UBS, tuvo que soportar el acoso laboral primero y el despido después. Es el precio que acaban pagando la mayoría de informantes, como Swen Ennullat, que llegó a destapar dos escándalos en Alemania.