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Indígenas de Colombia, ¿los perdedores del acuerdo de paz?

Rahel Klein
29 de noviembre de 2017

La situación de la población indígena de Colombia, la que más sufrió las consecuencias del conflicto armado entre el Gobierno y las FARC, ha empeorado desde que se firmó el acuerdo de paz.

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Kolumbien Embera Katio Familie
Imagen: R. Klein/Johanniter

En las colinas verdes de la pequeña aldea de Frontino, a unas cuatro horas en automóvil de Medellín, en Colombia, se amontonan decenas de casas de madera precarias, enmarcadas en campos de caña de azúcar. Allí viven unas 200 personas, entre tres y cuatro por casa, más las gallinas, perros y gatos. No hay camas, así como tampoco agua limpia ni servicios sanitarios. La aldea es el hogar de una pequeña comunidad de los indios emberá katío.

Hace años vivían casi diez veces más personas aquí, hasta que las fuerzas paramilitares llegaron a la aldea y mataron a varios de sus habitantes. "Nos amenazaron y nos dijeron que matarían todavía a más gente. Por eso tuvimos que huir”, dijo a DW Felipe Bailerin, un habitante de la aldea. "Tuvimos que dejar todo en nuestras casas, los cerdos, las vacas, los caballos y salir corriendo. Todo fue muy rápido”, recuerda.

El regreso a la nada

Durante años, los habitantes expulsados vivieron como desplazados internos, y pudieron volver hace pocos años a su hogar. De sus antiguas pertenencias, sobre todo su tierra, ya quedaba muy poco. En sus campos ahora se cultiva caña de azúcar a gran escala. Una gran empresa opera allí y los emberá katío trabajan allí irregularmente y muy mal pagados. "Hemos perdido todo lo que teníamos”, dijo Felipe Bailerin.

Hoy, los habitantes de la aldea ya no poseen superficies suficientes como para cultivar maíz ni habas como alimentos básicos para sus familias. Muchos niños están subalimentados y sufren de diarrea y otras enfermedades.

Felipe Bailerin.
Felipe Bailerin.Imagen: R. Klein/Johanniter

El destino de Felipe Bailerin y el de los emberá katío expulsados no es único. Cerca del 3,4 por ciento de la población colombiana son habitantes originarios, que sufrieron especialmente debido al conflicto armado entre el Estado, los grupos guerrilleros, las bandas criminales y los paramilitares, y fueron expulsados de sus tierras.

Derechos sobre el papel, pero no en la práctica

El motivo es que los indígenas colombianos a menudo viven en regiones alejadas y donde hay riquezas mineras codiciadas por las partes en conflicto, como el carbón o el gas natural, o donde las condiciones para el cultivo de coca, caña de azúcar y palma son óptimas.

Aunque el Gobierno garantiza en la Constitución derechos y territorios a los pueblos originarios, esto casi nunca se respeta en la práctica. "Se pisotean sus derechos”, dijo Monika Lauer Pérez, relatora colombiana de la organización humanitaria Adveniat. "No se escuchan sus demandas y casi no pueden acceder a la Justicia”.

Eso es lo que les sucede a los habitantes de la aldea de Felipe Bailerin. Les gustaría poder exigir su derecho de posesión de sus tierras, pero eso es demasiado caro y, a menudo, los indígenas no tienen certificados de propiedad.

Las FARC, fuerzas de orden

El tratado entre el Gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC, hace un año, fue apoyado por la gran mayoría de la población originaria, que esperaba que ese fuera un primer paso hacia la paz y hacia una distribución más justa de la tierra, que también era parte del acuerdo. Pero con él surgieron nuevos problemas.

"La instancia estatal responsable de la devolución de las tierras casi siempre otorga estas a los latifundistas, y no a los indios”, explica Monika Lauer Pérez. "Siguen sin respetar sus derechos, solo que ahora lo hacen sin armas”. A eso se suma que, al retirarse las FARC, los indígenas pierden de algún modo una "fuerza de protección”.

Aldea de los indígenas emberá katío, en Frontino, Colombia.
Aldea de los indígenas emberá katío, en Frontino, Colombia.Imagen: R. Klein/Johanniter

Si bien la guerrilla no era aceptada por la mayoría de las comunidades indígenas, tampoco era su peor enemiga. "Con las FARC, los indios podían hacer arreglos. Ellos sabían que las FARC querían cultivar coca, pero las FARC respetaban la forma de vivir de los indígenas y se ocupaban de que las industrias agrícola y minera no entraran en sus territorios”, continúa la experta.

También Ulrich Morenz, experto colombiano que asesora a la Sociedad para Pueblos Amenazados (GfbV, por sus siglas en alemán), señaló en entrevista con DW que las FARC representaban una especie de "fuerza del orden” para los indígenas. Si ahora surgen problemas, nadie sabe bien con quién tiene que negociar, añade. "Muy pronto se instaló una especie de decepción, ya que los indígenas vieron que las FARC fueron remplazadas por otros grupos, y eso complicó aún más la situación”, subrayó Morenz.

Los activistas son asesinados selectivamente

Nuevos y viejos grupos guerrilleros, bandas criminales y paramilitares tratan en este momento de llenar el vacío que dejó el desarme de las FARC, ingresando en las regiones antes dominadas por ellas. "Si bien los episodios de violencia han disminuido, parece que ahora se asesina selectivamente”, dijo Morenz."Las víctimas son activistas y también muchos indígenas”, afirma. "Esos asesinatos se llevan a cabo sobre todo en los territorios donde antes actuaban las FARC”. En la aldea de Felipe Bailerin la violencia disminuyó en los últimos años, pero la lucha por sus tierras, vitales para su supervivencia, todavía no ha terminado. Porque, como dicen los mismos indígenas: "Un indio sin tierras no es un indio”.

Autora: Rahel Klein, desde Colombia (cp/ers)