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Hija de excomandante sandinista: “Nicaragua retrocedió”

Carolina Chimoy
2 de octubre de 2018

Thelma Brenes es hija del excomandate sandinista Carlos Brenes, y vive en Holanda. Hace poco tuvo que ir de emergencia a Managua porque su padre fue arrestado e inculpado de terrorismo por el Gobierno.

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Imagen: picture-alliance/AP Photo/A. Zuniga

Thelma Brenes asegura que "la Nicaragua que me encontré ahora es un país completamente diferente. Es como si hubiésemos retrocedido en el tiempo". En la mañana del 28 de agosto, Thelma Brenes recibe un mensaje de la esposa de su padre por chat. "Tu  papá está viajando a Costa Rica  hoy día”, dice el mensaje. Ese mismo día por la noche unos amigos le envían una foto por el mismo chat. En la imagen sale Carlos Brenes arrestado, esposado con las manos atrás y tirado en la parte posterior de una camioneta. Al lado, dos militares armados. La foto dio la vuelta en redes.

"Cuando recibí esa foto lo  primero que pensé fue en la salud de mi papa. Él es diabético y necesita tres veces al día insulina, si no corre peligro de muerte", dice Thelma Brenes. "Para mi lo primordial era saber si le podían garantizar la medicina".

DW: ¿Cuando tuviste contacto con él?

Thelma Brenes: Estuvimos sin saber absolutamente nada de él por más de 24 horas. No sabíamos dónde estaba ni si  tenía acceso a su medicina. Y después, por medios informales, pudimos saber en qué estación de policía se encontraba. Esos fueron los momentos más duros para la familia porque él tenia riesgo de morir y  nadie sabía absolutamente nada.

Recién lo logramos ver el 3 de septiembre, casi una semana después de su arresto. Entre el 28 y el 3 de septiembre no tuvimos ningun tipo de comunicación con él.

¿Porque fue arrestado?

El 29 de agosto fue presentado por la policía como delincuente, como terrorista. Con esa excusa  fue llevado al juzgado. Concretamente son cuatro los cargos que pesan sobre él, según el juzgado: terrorismo, participación en crimen organizado, entorpecimiento de servicios públicos y daños agravados. Dicen que participó en un ataque a la Estación Policial de Jinotepa, en la cual murió  un policía.

¿Y participó en ese ataque?

No. Lo que mi padre hizo fue leer un comunicado en Masaya el 17 de mayo, junto con otros militares retirados. En el comunicado se posicionan ante la represión política por parte del gobierno de Daniel Ortega, exigen el retorno de la democracia y acusan al  gobierno de los asesinatos. Era el momento de los tanques en las calles y las protestas masivas. Él ya había recibido amenazas, por eso nosotros le pedimos que no participara. Y eso fue lo que hizo. Mi papá  pasó casi dos meses sin salir de su casa porque no sabía si los paramilitares estaban en la calle, porque en Nicaragua ellos te pueden secuestrar.

¿Es este un caso único, el de tu padre Carlos Brenes?

El de mi padre no es un caso único. Son 600 personas las que están actualmente encarceladas, solo 200 tienen acusaciones. Todos los familiares estamos en la misma situación. Mucha gente no sabe de qué acusan a sus familiares arrestados. A muchos de nosotros no nos permiten tener acceso a ellos, yo después de una semana recién logré tener acceso a él. Pero incluso hay quienes han pasado meses sin ver a sus familiares ni saber nada de ellos. Además  el sistema penitenciario está dominado por el gobierno. Los presos políticos entran a celdas de máxima seguridad y por ejemplo nos niegan las visitas, no nos permiten entregar la misma cantidad de comida que reciben otros presos, solo les permiten recibir 4 litros de agua para toda la semana. Un preso normal puede recibir hasta 8 o 10 litros de agua.

¿Contra quiénes se dirige la represión política concretamente?

Contra gente que ha participado en las protestas, o como en el caso a mi padre, gente que no participó en las protestas pero que han sido críticos del gobierno y que se han expresado de manera crítica contra el presidente a lo largo de los últimos años. El gobierno lo que quiere hacer es callar a todas las voces críticas que hay actualmente en el país. Quiere intimidar y hacernos sentir que si uno no está de acuerdo con el gobierno no lo puede decir abiertamente porque va a ser encarcelado y va a ser juzgado.

Pero, ¿tu padre es sandinista?

Sí, el se unió al movimiento sandinista en 1970, es comandante y luchó hombro a hombro con el actual presidente Daniel Ortega. En 1990 mi padre se separó del Frente Sandinista. Desde entonces ya empezó a tener una posición crítica hacia la cúpula del partido FSLN porque veía mucha concentración de  poder en un pequeño grupo de personas. Es irónico porque él luchó por una Nicaragua libre y democrática y creo que por eso se tomó muy a pecho el hablar ahora contra la dictadura, hablar contra lo que está haciendo el presidente. Ni  el ni los de su generación quieren ver morir a más gente. No quieren que volvamos a lo que ya vivimos hace cuarenta años. Pero el mensaje de Ortega con la captura de mi padre es que no importa quién sea, él va a encarcelar a cualquiera que piense diferente al gobierno.

¿Logrará Ortega callar al pueblo de esta manera?

Yo creo que lo que es difícil para Ortega y para su familia es entender que esta protesta es una protesta genuina del pueblo nicaragüense. Ellos tratan primero de reprimir a quienes les critican y segundo tratan de encontrar a culpables y dirigentes de un 'movimiento'. No logran entender que en esta crisis y en estas protestas no hay una persona dirigiendo y planeando todo. No es un solo movimiento. Son diversas protestas que representan a todo el pueblo nicaragüense.

¿Dónde ves tu misión en todo esto?

Ahora  estoy tratando de hacer un llamado a la comunidad internacional para que le pongan más atención al caso en Nicaragua. Nosotros no queremos una segunda Venezuela. No queremos que pasen 10 años con más presos, más represión, más muertos como el caso de Venezuela. Por eso hago un llamado de atención a la comunidad internacional y a los países de Europa, en especial a Alemania, para que hagan un seguimiento más cercano al caso de Nicaragua.  El Gobierno y el presidente han dicho claramente que no quieren dialogar.  Necesitamos un llamado de atención internacional más claro hacia el gobierno de Nicaragua para hacer que el presidente reaccione y que vea que necesitamos volver al diálogo.

¿Acabas de estar allá  hace unas  semanas. Cómo viste a Nicaragua?

La última vez que estuve en Nicaragua fue en enero de este año, voy todos los años. Ahora es como ir a otro país. La gente tiene mucho miedo. Hay personas con armas pesadas en las calles, los paramilitares con la cara tapada. Uno se siente intimidado. Fue interesante saber que ahora por ejemplo solo con el hecho de andar con la bandera azul y blanca (la bandera de Nicaragua) es considerado peligroso. Es como vivir en la época de los 60, en tiempos de la Guerra Fría. Existe esa paranoia colectiva de aquel entonces: pensar que están leyendo tus mensajes, oyendo tus llamadas. Es realmente como retroceder en la historia.

¿Qué solución ves?

La solución tiene que ser democrática. Queremos tener un referéndum, tener elecciones presidenciales anticipadas. Que el pueblo decida. Si Daniel Ortega fuese una persona sensata llamaría a elecciones inmediatamente. Con esto pondría fin a la crisis. Pero Ortega está muy apegado al poder y tiene miedo a perder las elecciones.

La situación es muy triste: son 600 presos político. Son casi 400 muertos 800 desaparecidos 1.200 heridos. Mucho desempleo, alrededor de 300 mil personas han perdido su trabajo desde que empezó la crisis. La situación empeora cada día y el hecho de que el gobierno no reaccione y no de ningún paso hacia la solución nos llena de miedo. El problema de raíz es el presidente y él no lo reconoce.

Carolina Chimoy (JOV)