Había una vez un muro
Momento clave de la historia alemana: el 9 de noviembre de 1989, una ambigua declaración desató la euforia de todo un pueblo, aunque solo se había previsto una regla provisoria para la salida a los ciudadanos de la RDA.
El Muro que ya nadie teme
48 horas después de la apertura del Muro, la antigua franja de la muerte ya no asustaba a nadie. Delante, detrás y encima de la mole de concreto que atravesaba Berlín, la gente celebraba. Los alemanes del este y el oeste sentían que eran un solo pueblo.
La historia previa
El 2 de mayo de 1989, soldados húngaros comienzan a desmontar trozos de alambrada en la frontera entre Hungría y Austria. Son los primeros agujeros en la frontera ideológica que separó a Europa occidental de la oriental desde el término de la Segunda Guerra Mundial. Joachim Jauer, en ese entonces reportero de televisión, lo recuerda.
Fraude organizado
El 7 de mayo de 1989, los ciudadanos de la RDA eligieron representantes comunales. Los resultados eran previsibles, ya que estaban manipulados. Una vez más, el régimen pretendió haber obtenido el 98 por ciento de los votos. Pero en esa oportunidad, la oposición no guardó silencio. Un día después, los manifestantes salieron a la calle en Leipzig.
Adiós a la Doctrina Breshnev
Encuentro del Pacto de Varsovia, en julio de 1989, en Bucarest. Gorbachov da la espalda a la Doctrina Breshnev, dejando atrás el derecho que se había arrogado la Unión Soviética de intervenir en los países de su órbita. A partir de entonces, los aliados de Moscú habrían de solucionar por sí mismos sus problemas nacionales. Se había roto un tabú.
Salida húngara
Las tradicionales vacaciones de verano en Hungría se transformaron en un hito clave en la vida de miles de ciudadanos de la RDA. Ya había corrido la voz de que la frontera había dejado de ser hermética. Familias enteras atravesaron la línea verde hacia la libertad. Los soldados fronterizos hicieron simplemente la vista gorda, recuerda la jurista Walburga von Habsburg Douglas.
Acampando en el jardín de la embajada
En el verano de 1989, numerosos ciudadanos de la RDA se agolparon en las embajadas de Alemania Federal en países del este de Europa. Rápidamente los edificios quedaron saturados y las condiciones higiénicas se volvieron insostenibles. En en los jardines de la embajada en Praga llegó a haber casi 5.000 personas deseosas de salir rumbo a Occidente.
El anuncio de Genscher
Hans-Dietrich Genscher ha dicho que fue el momento más emocionante de su vida. El 30 de septiembre, desde el balcón de la embajada de Praga, el entonces ministro germano-federal de Relaciones Exteriores anunció a los miles de refugiados de la RDA que podrían viajar a Occidente. Fue el momento cúspide, antes de la caída efectiva del Muro de Berlín.
"¡Somos el pueblo!"
En el 40 aniversaro de la RDA, el pueblo se atrevió a alzar la voz. Leipzig se convirtió en epicentro de las protestas. A fines de septiembre participaban unas 8.000 personas, pero a mediados de octubre eran ya 70.000 los que marchaban por las calles. A fines de ese mes, 300.000 manifestantes protestaban contra el régimen de Erich Honecker.
40 aniversario
La erosión interna se aceleró en el 40 aniversario de la fundación de la RDA. Si bien al comienzo los manifestantes pedían reformas, ya en octubre las demandas eran de mayor alcance: elecciones libres, fronteras abiertas. Pero Honecker permanecía obstinado, aunque Gorbachov había comprendido los signos de los tiempos.
Egon llegó tarde
Erich Honecker, jefe del Estado y del partido de gobierno, no cedió. El 18 de octubre, el partido le restó su apoyo. Egon Krenz asumió e intentó en vano mantener con vida a la RDA mediante promesas de reforma.
El pueblo está harto
A comienzos de noviembre, la ola de protestas llega a la capital de la RDA. Cientos de miles de personas se manifiestan contra el gobierno. Su consigna: "¡No a la violencia!"
Un lapsus histórico
Unas pocas palabras que cambiaron el mundo: Un funcionario del gobierno de la RDA, cansado y mal preparado se confundió al anunciar una regla provisional para los viajes de los ciudadanos germano-orientales al exterior. Cuando le preguntaron cuándo se abriría la frontera, respondió que de inmediato. A las 19:03 del 9 de noviembre de 1989, la agencia Reuters informó de la sensacional noticia.
Trabis en Berlín occidental
La noche del 9 al 10 de noviembre de 1989, para muchos alemanes se volvió realidad un sueño. En el lapso de 48 horas, cientos de miles de ciudadanos de la RDA llegaron a Berlín occidental a pie, en bicicleta o en sus "Trabis", los típicos autos Trabant germano-orientales. Berlín se convirtió en una fiesta.