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Médico antivacunas se arrepiente: "Fuimos unos bastardos"

21 de febrero de 2022

Pasquale Bacco dice que los antivacunas son personas temerosas que necesitan seguridad. "Estar en contra de las vacunas es una fe", afirmó. Y también un negocio.

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Protesta antivacunas en Suiza.
Protesta antivacunas en Suiza. Imagen: Jean-Christophe Bott/KEYSTONE/picture alliance

Un conocido médico antivacunas italiano expresó su remordimiento por sus actos tras enterarse de que un seguidor suyo, que falleció de COVID-19, tenía videos de sus discursos contra las inoculaciones en su celular. Pasquale Bacco era una de las figuras más prominentes del movimiento antivacunas italiano, y solía participar activamente en protestas y conferencias, donde muchas veces daba paso a alocuciones llenas de rabia. En julio de 2021 habló ante los parlamentarios italianos y aseguró que las muertes no eran provocadas por el COVID, sino por el uso de los respiradores mecánicos. Y el 15 de octubre de 2021 subió al escenario de una protesta en Roma  y exigió a gritos al gobierno que respetara a los antivacunas.

Sin embargo, en una entrevista con el diario italiano Corriere della Sera dejó en claro que la evidencia lo había hecho cambiar de opinión. Abrir los ojos de verdad, digamos. El cambio se suscitó cuando Bacco vio a un joven de 29 años morir por COVID. "Él tenía en su móvil videos de mis discursos en las protestas de los no vacunados. La familia me dijo que el joven era mi fan", explicó Bacco, cuyas apariciones suelen alimentar a esos grupos que hablan de "genocidio" y "plandemia".

"No me lo dijeron con rabia, al contrario, y eso me hirió aún más. Siento que esa muerte fue por mi culpa. Y hasta ahora eso me pesa. Para mí no era un credo. Cuando vi la realidad con mis propios ojos, me di cuenta de que estaba equivocado", dijo el médico, que por dos años fue un activo militante contra las vacunaciones.

"Creo que los que subimos a los escenarios tenemos algunas muertes en la conciencia. Todos los activistas antivacunas hemos sido unos cobardes. Íbamos a las plazas y cuando hablábamos, sabíamos que la gente quería oír cosas impactantes. Entonces, cada vez provocas más y más”. De ahí surgieron ideas como decir que las vacunas están llenas con agua de alcantarillado o que los ataúdes con víctimas del COVID en Bérgamo en realidad estaban vacíos, porque nadie murió por esta enfermedad.

"En realidad fuimos unos bastardos. No lo escondo, es la verdad. Por esto he pedido perdón a todos, pero ese perdón es inútil". Según Bacco, el hecho de conocer el funcionamiento interno de estos grupos lo ha convertido en persona non grata para ellos. "Me quieren muerto”, asegura.

Enorme negocio

Bacco también reveló las enormes cifras de dinero que se mueven en el ambiente antivacunas, con profesionales que se aprovechan de los temores de personas que no quieren vacunarse para entablar demandas que, saben de antemano, perderán. "Hay todo un trasfondo económico. Durante dos años fue como una empresa no vax. Restaurantes, médicos, abogados, ingenieros, profesores, un mundo de antivacunas listo para recibir clientes antivacunas (…) Las asociaciones antivacunas tienen cuentas bancarias con 400.000 euros. Mira quiénes presiden esos grupos y entenderás todo. Son señores mayores acomodados. Un viejo magistrado, un viejo médico, profesionales en el declive de sus carreras que han montado este juguete para la vejez, para satisfacer sus perversiones”.

Bacco confesó haber participado en unas 300 protestas antivacunas, donde era el único médico con experiencia entre los oradores. "Lo que yo decía era oro puro para gente que tiene miedo y busca certezas. No te das cuenta de que pierdes la racionalidad aun siendo una persona racional. En ese momento tiene lugar un proceso peligroso. El movimiento antivacunas es una fe y tú te conviertes en un dios. Te vuelves loco. Los antivacunas son personas que tienen miedo y encuentran seguridad en ti".

Incluso en una reunión ante 15.000 personas dijo que las vacunas inmunizan, que no podían seguir mintiéndose. Pero nadie lo escuchaba ya. No importaba lo que dijera, era un dios. "La gente estaba extasiada, me tocaban las piernas y lloraban”, revela.

Bacco aseguró que ahora busca remediar sus errores. "Hablo, entrego antecedentes, intento que la gente abra los ojos. Me vacuné, estoy suspendido de la Asociación Médica por seis meses y no apelé porque estaba equivocado y acepto el castigo. Ser antivacunas puede ser un negocio y una oportunidad así convierte a un hombre en ladrón".

DZC (Newsweek, Corriere della Sera)