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El asesinato de Lübcke debe ser una llamada de alarma

Fabian von der Mark
27 de junio de 2019

Tras el asesinato de Walter Lübcke, Alemania debe considerar como una prioridad la lucha contra el extremismo de derechas. Fabian von der Mark cree que la amenaza es mayor, por lo que hay que confrontarla con más vigor.

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Funeral del político Walter Lübcke. Imagen: Reuters/S. Pfoertner

Un político alemán ha sido asesinado por su posición hacia la extrema derecha. Lo que Alemania vivió hace casi cien años con el asesinato de Walther Rathenau, se repite en 2019: Walter Lübcke fue baleado por un hombre conocido por su ideología y su violencia. Lübcke fue amenazado, pero no protegido. Qué gran tragedia. La conmoción por su asesinato es grande, pero en Alemania no puede sorprenderle a nadie. Entre los años 2000 y 2007, la célula terrorista de extrema derecha conocida como NSU (Clandestinidad Nacionalsocialista), que tenía como objetivo principal a los migrantes, cometió diez asesinatos. Hubo ataques contra albergues de refugiados e intentos de asesinar a políticos.

Hostigamiento convertido en cotidianeidad

Además de todos estos sucesos, hay hostigamiento de extrema derecha a diario, insultos racistas y amenazas físicas. Ni de lejos se trata solo de un problema de Internet, aunque la red de redes está llena de neonazis. Las manifestaciones en la localidad de Chemnitz y las de Pegida, supuestos "patriotas europeos contra la islamización de Occidente”, no eran concentraciones de ciudadanos airados, sino de predicadores del odio. En ellas se enalteció la violencia que después convirtió a Walter Lübcke en víctima.

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Fabian von der Mark.

Oponerse a este odio y a este hostigamiento es tarea de toda Alemania, de una democracia capaz de defenderse. En esa tarea se requiere la participación de la sociedad civil, que ya actúa con coraje y decisión en muchos lugares. También se requiere al Estado alemán, con su Policía, su Justicia y sus servicios secretos. En este terreno, hubo puntos débiles en el pasado. ¿Cómo es posible que la NSU fuera tratada hasta hace poco como si solo se tratara de tres personas, cuando para cualquiera debería estar clara la gran cantidad de seguidores que tuvo la serie de atentados que cometieron? ¿Por qué se vigila más intensamente a los sospechosos islamistas que a los extremistas de derechas? ¿Cómo es posible que el presunto asesino, Stephan Ernst, condenado con anterioridad, pudiera almacenar armas y hacer llamados al asesinato en YouTube?

Es cierto: Alemania tiene un enorme problema con la violencia de derecha. El último informe de la oficina de Protección de la Constitución documenta más extremistas de derechas que nunca en Alemania. Y unos 12.700 de ellos están dispuestos a utilizar la violencia. Ahí es difícil obtener una visión global y distinguir a los bocazas de los terroristas. Ese es un problema que los servicios de seguridad especializados en islamismo conocen. Pero que el jefe de los servicios secretos del país reconozca que su departamento carece de las "habilidades analíticas” suficientes para detectar el terrorismo de extrema derecha es, por un lado, gratificantemente honesto y, por otro, aterrador.

Fijación de las autoridades por el terrorismo islámico

Una razón ha sido la fijación de la Protección de la Constitución por el terrorismo islámico. En principio, es correcto que se haya tomado y se siga tomando esta amenaza muy en serio. Y gracias a ello, se han podido evitar varios ataques en Alemania. Pero las autoridades deben tomarse igualmente en serio la escena de la extrema derecha. Deben convertirse en vigilantes virtuales y reales, vigilar con más precisión, incautar armas y castigar a los hostigadores.

Todavía no está claro cuántos seguidores tenía Stephan Ernst, el asesino de Lübcke, pero necesitó ayuda por lo menos para hacerse con sus armas. Lo que está claro es que el asesino se ha beneficiado del clima de violencia, de la agresión verbal y de las simpatías políticas que llegan incluso hasta el Parlamento alemán. Frenar esta brutalidad es tarea urgente de toda la sociedad. Tras el asesinato de Walter Lübcke, todo el mundo ha comprendido lo urgente que eso es.

(ms/cp)

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