Europa aún existe

El Tagesspiegel, de Berlín, opina: "El hecho de que Francia haya sido catapultada, de un día para otro, del núcleo a la periferia de la Unión Europea, es una catástrofe para la elite política del país. Ésta creía, desde los tiempos de De Gaulle, que con la ayuda de Europa Francia podía ganar más influencia en el mundo. El estrecho vínculo de los últimos años entre Chirac y Schröder dio nuevo impulso a esa visión. El concepto de Chirac de un mundo multipolar no significaba otra cosa que una Europa dirigida por Francia y Alemania que, con los nuevos instrumentos de política exterior y de defensa consagrados en la Constitución, había de convertirse en un rival global de Estados Unidos. Es positivo para Europa y para las relaciones transatlánticas que esa visión se haya desvanecido. La idea de un contrapeso europeo fue, desde el comienzo, una sobreestimación."

Peligro nacionalista

Le Monde, de París, apunta: "El debate sobre la Constitución de la UE giró ciertamente en torno a Europa, aunque haya sido analizado mirando el espejo de la política interna. Lo que se discutió y finalmente condenó fue el modo de operar de la Unión Europea, con el reproche de socavar logros nacionales que en los países afectados se defiende tenazmente. Los opositores a la Constitución europea en Francia demostraron más desconfianza que solidaridad hacia los nuevos miembros de la UE. Con ello alimentaron el peligro de un retorno al estado nacional. Semejantes ideas surgen inevitablemente en Europa cada vez que se alzan dificultades económicas en el horizonte."

Preguntas existenciales

Liberation, también de París, señala: "Con o sin Constitución, Europa sigue existiendo. Pero ¿tendrán Blair, Chirac y Schröder la determinación y la legitimidad para lograr los necesarios acuerdos para el nuevo presupuesto de la UE? Tras el accidente de los referendos no se vislumbra aún la forma de reparar el daño. Pero tampoco una compostura superficial de la avería da respuesta a la pregunta existencial de los pueblos que votaron negativamente, ¿Desean todavía una Unión Europea? En caso afirmativo, ¿qué tipo de unión desean y a qué precio? Por otra parte, habrá que responder a la pregunta de cómo se ha de forjar dicha Europa, sin alimentar ilusiones."

Nuevo debate

Information, de Kopenhagen, comenta: "Al tiempo que se extiende el descontento francés, baja en Dinamarca y otros países el grado de aprobación a la UE. Los optimistas dicen que ha llegado el momento de un amplio debate sobre democracia y nuevos modelos sociales europeos; que se puede discutir sobre otras posibilidades que el tedioso contrapunto entre el esquema francés y la desregulación británica, o entre la nueva y la vieja Europa, que dominan amplios segmentos del debate. En efecto, no se puede descartar que del actual desánimo con miras a amplias luchas de poder en torno a todo -desde el presupuesto comunitario hasta la Constitución- quizá pueda brotar una hermosa flor. Pero eso requiere más voluntad de diálogo entre los gobiernos y con las correspondientes ciudadanías de la que han exhibido hasta ahora los estadistas de la UE."