Los investigadores de biología evolutiva del Instituto Max Planck han descubierto que los peces buscan a su pareja en base a un criterio muy concreto, escogiendo a aquel individuo, cuyo sistema inmunológico es complementario. Para ello, los peces se valen de una sustancia aromática producida por determinadas células inmunológicas.
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Los investigadores aseguran que la gran ventaja es que de esta manera, el sistema inmunológico de los descendientes se optimiza. Y lo más importante, seguramente, los humanos se comportan en este punto, de forma similar.