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En la cárcel: de Sarita Colonia a Moabit

Carolina Chimoy (ER)12 de septiembre de 2016

Marcel Witte, condendado en el 2003 a 20 años de cárcel en Perú por el tráfico previsto de 167 kilos de cocaína fue trasladado a Alemania. Witte negó siempre su culpabilidad. Carolina Chimoy lo visitó en Sarita Colonia.

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Imagen: picture-alliance/dpa/G. Ismar

Es extraño hablar alemán con un preso en Sarita Colonia, una de las cárceles más temidas de Lima. “Mejor, así no nos entienden, dice Marcel Witte después de saludarme. Sus ojos reflejan profunda tristeza. Su mirada parece vacía, como si todo le hubiese sido hurtado: la esperanza, la fe, el amor.

Su historia es una de traición, la de un hijo que debe pagar por los crímenes de su padre. Pocos alemanes recuerdan el Spreepark, el parque de diversiones más grande de la entonces República Democrática de Alemania. El padre de Marcel Witte, Norbert Witte, lo compró después de la reunificación y tenía grandes planes. Pero los negocios no funcionaron muy bien. No pasaron muchos años y el parque quebró. Norbert Witte decidió buscar nuevos horizontes y reconstruir el parque en Lima, donde tenían amistades que conocía de Alemania.

La montaña rusa, la rueda de la fortuna, la alfombra voladora, todo viajó a Lima en donde se estancó durante meses en la aduana del Callao. Un anticipo de lo que después se convertiría en un nuevo negocio fallido. Tampoco en Lima los ingresos fueron suficientes. Y por si fuera poco a la constante falta de liquidez y las recurrentes escapadas amorosas, se sumaron malas amistades. Esposa e hija de Norbert Witte deciden regresar a Alemania en donde la madre de Marcel pidió el divorcio. Norbert Witte decide cerrar el Lunapark y regresar a Alemania.

El antiguo parque de diversiones Spreepark.
Una vista del antiguo parque de diversiones Spreepark.Imagen: picture-alliance/dpa/K.-D. Gabbert


Marcel Witte, entonces de 21 años, figuraba como gerente general del parque de diversiones en Lima, aunque vivía en Berlín. El estudiante vuela a Lima para ayudar a su padre con el traslado de todos los juegos mecánicos a Alemania. “Yo tenía una vida en Alemania, una novia con la que me iba a casar", cuenta con tímida sonrisa. Norbert Witte sufre un ataque al corazón y viaja a Alemania de emergencia para ser operado. A cargo de toda la mudanza queda Marcel.

Pocos días antes del traslado, Marcel Witte es arrestado en un restaurante de Lima. En uno de los juegos mecánicos se encontraron 167 kg de cocaína. Después de un corto proceso es condenado a 20 años de prisión, a pesar de sostener hasta el día de hoy no haber sabido nada de este contrabando planeado por su padre.

Sarita Colonia, el reino de la anarquía

Todavía se acuerda bien de aquel 5 de noviembre de 2003. Al llegar al portón de Sarita Colonia lo obligan a cruzar de rodillas el patio de la cárcel. Unas horas más tarde tenía un cuchillo en la garganta. Un preso quería su chaqueta de cuero. Marcel sigue convencido de que "todo es un error y de que no se quedará ahí más de unas horas”. Nunca se imaginó que pasaría los próximos trece años en una de las cárceles más temidas de Perú.

Lo poco que poseía lo fue entregando a los reclusos que lo amenazaban. Insultos, golpizas, represión y el temido calabozo de pocos metros cuadrados compartido por 15 presos. "La ira y el odio hacia mi padre, eso me dio el coraje para sobrevivir ese infierno", cuenta Marcel con mirada fría.

Marcel Witte
Marcel Witte.Imagen: picture-alliance/dpa/B. Rehmann

El penal de Sarita Colonia tiene capacidad para 572 personas pero alberga a un total de 3.770 reclusos. Ni siquiera la guardia de la prisión se atreve a entrar en las celdas. La última palabra la tienen quienes pueden pagar con dinero o con drogas o quienes tienen la fuerza física para combatir y para amenazar a los demás. Marcel lo tuvo que aprender, las cicatrices que lleva son testigo de ello.“Acá tienes que pagar por todo y como puedas. Los líderes de las celdas, prisioneros con poder, son quienes deciden todo. Fue difícil comprender estas reglas, sobre todo al principio sin hablar el idioma”, cuenta.

Gracias al dinero que le enviaba su madre desde Alemania logró sobrevivir y pagar un pedazo de suelo en una celda las primeras semanas, luego logró financiarse una pequeña celda propia. Pia Witte, quien vive en Berlín, solo pudo visitar a su hijo un par de veces en la cárcel de Lima. Desde el principio luchó por probar la inocencia de su hijo y para que fuese trasladado a Alemania para cumplir la sentencia cerca de ella.

Moabit, en el corazón de Berlín

Solo cuando Marcel habla de sus planes a futuro en Alemania o cuando menciona a su madre se ve algo así como un destello en su mirada. ¿Y su padre, Norbert Witte? Cuenta que no le tiene odio, no siente nada por él, indiferencia absoluta.. "Han pasado muchos años, solo espero no verlo nunca más, no tenerlo parado jamás frente a mi", dice Marcel.

Norbert Witte.
Norbert Witte.Imagen: picture-alliance/dpa/G. Ismar

Su padre estuvo preso durante cuatro años en una cárcel en Alemania. Hace tiempo que se dedica a la construcción de edificios en Berlín. Norbert Witte sostuvo siempre que su hijo era inocente y no sabía nada del “negocio”. Pero jamás lo visitó y tampoco se presentó ante las autoridades peruanas.

Debido a las desastrosas condiciones de la cárcel Sarita Colonia en Lima, el caso llamó la atención de las autoridades en Alemania, entre ellos diputados miembros del Comité de Derechos Humanos y Ayuda Humanitaria del Bundestag. Ejercieron presión junto con otras autoridades para que Marcel Witte fuera deportado a Berlín, donde ahora terminará de cumplir su sentencia en la cárcel berlinesa de Moabit. “Nos alegra que Marcel Witte ya no tenga que soportar las condiciones inhumanas de Sarita Colonia” dice el vocero de la delegación que estuvo en Lima hace un año, Frank Schwabe, a DW.

Para Pia Witte “la lucha no ha terminado”, dice en las redes sociales. Quiere evitar que Marcel pase otros siete años en prisión, la condición principal del gobierno peruano para que su hijo pudiera regresar a Alemania.

Yoani Sanchez - Nuestras cárceles: hacinamiento y descontrol