Elecciones: más información no impide manipular
2 de junio de 2021DW: Existe la percepción de que las campañas políticas se han vuelto más sucias de lo habitual, que se intenta manipular más... ¿Está usted de acuerdo con esta percepción?
Lluís Orriols: Las campañas, sí, han cambiado. La política en general. Porque las campañas electorales no dejan de ser un reflejo del clima general de la política en un país. Hay un aumento de la polarización, pero una polarización más de carácter emocional: no es que los partidos estén enfrentados con propuestas políticas muy dispares, sino que la polarización es más de confrontación, de negación del adversario y de la legitimidad de lo que propone. Vemos campañas mucho más emocionales, buscando más el voto en contra de alguien que a favor de unas propuestas políticas determinadas.
¿Cuándo un partido político opta por una campaña de confrontación para tratar de mejorar su resultado electoral?
Tradicionalmente se hablaba más de la búsqueda del centro político, de la moderación. Esto ha cambiado los últimos quince años, en consonancia con la crisis de nuestras democracias para proveer a los ciudadanos de aquellas políticas que desean. Y eso lo que provoca es que emerjan expresiones políticas populistas, ya sean de izquierda o de derecha, algunas tecnocráticas, que reten a la democracia de partidos que conocíamos hasta entonces. Y yo creo que eso tiene éxito. Tiene éxito porque conecta con una sensación de desafecto de la sociedad, una sensación de enfado en los ciudadanos con cómo están yendo las cosas.
Este tipo de campañas de confrontación... ¿Se dan más en sistemas bipartidistas o en elecciones con multitud de partidos en un espectro político fragmentado?
Normalmente estos aumentos de la temperatura política, de la confrontación, están vinculados también al surgimiento de nuevas formaciones políticas, a la ruptura de los sistemas de partidos tradicionales. Eso no quita que, en algunos contextos, y en Estados Unidos por ejemplo ha ocurrido, en un sistema bipartidista se rompa el partido por dentro y que haya corrientes que articulen esa voz crítica de rechazo a como están yendo las democracias liberales.
Ya que ha citado el caso estadounidense, ¿qué ha supuesto Donald Trump para la forma de hacer política y de hacer campañas políticas en el resto del mundo?
Yo creo que Donald Trump no es causa de lo que vemos en el resto del mundo, sino consecuencia. Es una expresión más de un fenómeno global. Es cierto que es la culminación de un proceso que se inicia, a mi entender, ocho años atrás con el movimiento asociado al partido conservador que se conocía como el Tea Party. Pero sí, Donald Trump no es tanto el precursor como la consecuencia.
Un escritor español lamentaba que ahora la gente vota muchas veces según el último tuit que ha leído. ¿Está de acuerdo? ¿La afinidad ideológica ha perdido peso en la decisión de voto de la gente? ¿Nos dejamos influenciar más fácilmente?
Es cierto que ahora la política es más volátil, que los ciudadanos hoy día no tienen un voto tan anclado como décadas atrás. Vemos en muchos países cómo puede cambiar el voto de una elección a otra de forma mucho más pronunciada que anteriormente. Es verdad que hay muchos más votantes influenciados por la coyuntura. Otra cuestión es exagerar el papel de Twitter o de cualquier acontecimiento puntual. Porque al final los ciudadanos solo tienen un voto y los acontecimientos desde una elección a otra son miles y normalmente nunca hay un único elemento que haya provocado el cambio. Es muy difícil decir "este tuit ha cambiado las elecciones". Eso es mucho más de titular que de rigor científico.
Cuando nos llega un meme o un tuit con contenido político, en la mayoría de los casos es que alguien ha pagado por ello. ¿Cómo pueden los votantes estar más prevenidos frente a los intentos de manipulación política?
Existe una contradicción en la capacidad que tenemos los ciudadanos para no ser manipulados. Por un lado, el flujo de información que recibimos y los niveles de educación medios son más elevados que nunca. Es decir, tanto la información como las habilidades cognitivas para procesar esa información están en máximos. Pero, por otro lado, es una información muy atomizada, muy descentralizada, con muy pocos "gatekeepers" y muy pocos controles de calidad, lo que hace que los ciudadanos tengan una gran incertidumbre sobre la veracidad de los mensajes. Y eso ha elevado mucho los costos de un ciudadano para poder discriminar entre buena y mala información.
¿Esto es una cuestión del éxito y crecimiento de las redes sociales?
Sí, pero también de los medios de comunicación, que antes eran menos. Había menos variedad, pero había más controles. Más "gatekeepers" que controlaban qué entraba y qué no. Ahora mismo hay más descentralización, eso permite que haya más voces, más pluralidad, pero también hay menos filtros de calidad. Y esto no es solo por las redes sociales, Twitter, Facebook, Whatsapp... Han proliferado también muchos medios de comunicación on-line que antes no eran viables pero que ahora, con estas nuevas redes y estos nuevos formatos, sí lo son.
¿Qué episodios de manipulación política recuerda con más intensidad o con más indignación?
Pues la verdad es que me va a ser difícil destacar qué episodio de manipulación... (risas). No sabría decir. Tendría que pensar... Pero bueno, también te digo: hablando de manipulaciones, la mayor parte de ellas, muy probablemente, se las cuelan a la gente y también me las cuelan a mí. Seguramente muchas de las manipulaciones me llegan y no las detecto.
¿Hasta qué punto se puede manipular a través de las estadísticas?
Se puede, lo que no está tan claro es cómo. Que las encuestas influyen y, por lo tanto, manipularlas puede también influir en el voto, eso es evidente. Otra cuestión es en qué sentido lo influye. ¿Qué le interesa más a un gobernante, mostrar que está ganando o que está perdiendo? ¿O que va empatado? No están claras las consecuencias de cada una de ellas.
Y también, para terminar... ¿qué podemos hacer los medios para no servir de caja de resonancia a los intentos de manipulación y acoger un debate de ideas que enriquezca las campañas y la democracia en lugar de servir para empañarlas?
Yo tampoco es que quiera dar consejos, pero en todo caso yo creo que se ha confundido mucho la pluralidad con la falta de rigor. Ofrecer distintas voces es, sin duda, un objetivo; pero también la calidad de esas voces. Y yo creo que los medios de comunicación se han olvidado muchas veces de hacer de guardianes de la calidad que deciden, a través de una evaluación serena, qué entra y qué no entra, qué merece publicarse y qué no. No por el mero hecho de que sean páginas de opinión, cabe todo. Que haya pluralidad, pero con filtros de calidad.
Lluís Orriols es doctor en Ciencia Política por la Universidad de Oxford, experto en opinión pública y comportamiento electoral. Actualmente es profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III de Madrid y colabora con diversos medios y televisiones españolas.
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