El Támesis fue durante siglos una de las arterias por las que fluían los cargamentos que movían la economía inglesa. Pero desde que se cerrara uno de los puertos más importantes del mundo, este río se ha convertido sobre todo en una atracción turística. Ahora y debido a la saturación en las líneas del metro y autobús en la ciudad, la clase política subvenciona el tráfico fluvial de pasajeros.