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El nuevo orden mundial en el Pacífico

Alexander Görlach
17 de enero de 2023

Japón y Corea del Sur se ven rodeados por potencias cada vez más nacionalistas. Su recién formulada alianza de defensa con EE. UU. tiene en cuenta estos temores, opina Alexander Görlach.

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Reunión de Fumio Kishida con Joe Biden en la Casa Blanca, EE.UU.
El presidente japonés, Fumio Kishida, y el presidente estadounidense, Joe Biden, reafirmaron la alianza entre sus dos países durante una reunión en Washington.Imagen: Mandel Ngan/AP Photo/picture alliance

El orden de posguerra en el Pacífico es historia. Una China nacionalista y militarizada bajo Xi Jinping ha llevado a Japón a elaborar una nueva estrategia de seguridad que incluye un gasto militar significativamente mayor y una cooperación más estrecha con el Ejército estadounidense. El presidente japonés, Fumio Kishida, y el presidente estadounidense, Joe Biden, reafirmaron la alianza entre sus dos países durante una reunión en Washington.

Los cerca de 50.000 soldados estadounidenses estacionados en la isla asumirán en el futuro, a diferencia de lo que ocurría antes, la tarea de una fuerza de reacción rápida para poder reaccionar con celeridad ante un posible ataque de la República Popular de China, o de su aliado Corea del Norte. ¿Qué ha llevado a los dos países democráticos a dar este paso?

Pruebas de misiles chinos cerca de Taiwán

En agosto, cinco misiles disparados por el Ejército chino cerca de la república insular de Taiwán cayeron en aguas territoriales japonesas. Esa acción alarmó a Tokio. Japón también teme que las islas Senkaku, que pertenecen a su territorio, puedan ser ocupadas por China. Ese país afirma que esas islas pertenecen a su territorio. Además de China, la dictadura comunista de Corea del Norte y el régimen ruso son también una amenaza para la seguridad de Japón: el 18 de diciembre, Piongyang probó nuevos misiles que, de tener ojiva nuclear, también podrían alcanzar Japón. El 24 de mayo de 2022, China y Rusia pasaron cerca del espacio aéreo japonés con seis cazabombarderos para demostrar su poderío militar, mientras los jefes de gobierno democráticamente elegidos de Japón, Australia, India y Estados Unidos se reunían para mantener conversaciones.

Alexander Görlach, columnista de DW.
Alexander Görlach, columnista de DW.Imagen: Hong Kiu Cheng

El eje Moscú-Pekín-Piongyang se extiende hasta Teherán, donde otro régimen donde prima la injusticia amenaza con convertirse en la perdición de toda una región del mundo. Los asesinatos de los mulás contra su propio puebloson un escándalo que la dictadura de Irán cree que puede permitirse desde que su cercanía a los gobernantes antes mencionados es mayor.

Ni Piongyang ni Teherán han sido persuadidos en negociaciones para que abandonen el desarrollo de armas nucleares. China rechaza oficialmente el uso de armas nucleares, pero, al mismo tiempo, ha aumentado su arsenal hasta cerca de 400 cabezas nucleares bajo su gobernante Xi. Pekín también es sospechoso de apoyar a las tropas rusas en la Ucrania ocupada a través de su socio Corea del Norte, o al menos de no impedir que Piongyang les proporcione apoyo militar.

El armamento nuclear de Corea del Norte con la aprobación de China ha llevado ahora al presidente surcoreano, Yoon Suk Yeol, a plantear por primera vez el regreso de las cabezas nucleares estadounidenses, que fueron retiradas de la península en 1991 como parte del movimiento mundial de desarme.

Para contrarrestar adecuadamente la amenaza global que representa China, el presidente estadounidense Biden pretende no solo reforzar la alianza con Japón, sino complementar la arquitectura de seguridad de la región en su conjunto con una nueva alianza Indo-Pacífica en la que participen India, Australia y Nueva Zelanda.

Influencia de los vínculos comerciales regionales

En la actualidad, muchos observadores geopolíticos creen que los vínculos comerciales mundiales evitarían, en última instancia, que estallara una guerra entre Estados Unidos y China. Otros afirman que el hecho de que la ex URSS no mantuviera relaciones económicas significativas con Estados Unidos y sus aliados del mundo libre fue precisamente la razón por la que no estalló la guerra. De ese modo, las dos partes no se entorpecían mutuamente.

En Ucrania, Washington intenta ahora por todos los medios evitar convertirse en parte directa de la guerra. Eso podría lograrse, porque Washington no había contraído ningún compromiso contractual de defensa con Kiev antes de la invasión rusa. En la región del Pacífico, la situación es diferente: tales obligaciones existen tanto frente a Tokio como frente a Seúl, y frente a Taiwán, al menos tal como lo ve Joe Biden. Dado que la República Popular China ha reclamado ilegalmente todo el Pacífico Occidental, el estallido de una guerra en esa región del mundo parece solo cuestión de tiempo. Por ello, Estados Unidos está interesado en que los Estados ribereños amplíen sus capacidades de defensa para disuadir a China y a su vasallo, Corea del Norte, de un ataque, y evitar una escalada nuclear, que sería inminente si las dos potencias nucleares, China y Estados Unidos, se encontraran en el campo de batalla.

Alexander Görlach es miembro sénior del Consejo Carnegie de Ética en Asuntos Internacionales e investigador asociado del Instituto de Internet de la Universidad de Oxford. Después de sus estancias en Taiwán y Hong Kong, esta región del mundo, especialmente el surgimiento de China y lo que significa para el mundo libre, se convirtió en su tema central. Ha ocupado diversos cargos en la Universidad de Harvard y la Universidad de Cambridge.

(gg/cp)