El mundo digital de los extremistas de derecha
11 de octubre de 2019El jueves (10.10.2019) por la mañana –ni siquiera 24 horas después del ataque de motivación antisemita en Halle (este alemán)- un joven está sentado frente a la pantalla de su ordenador. Está en un chat online. Es gamer y tiene su propio canal en Twitch: la misma plataforma de streaming que el atacante, Stephan B., usó el día antes para transmitir en directo los asesinatos.
Normalmente, este gamer queda con otros en Twitch para jugar. Pero esta vez quería hablar. "Nunca hubiera creído que algo así pudiera pasar entre nosotros. Por eso pensé en que hoy no jugásemos, sino que nos dedicásemos a charlar”, escribe en el chat. Él mismo es de Halle y lo vivió todo de cerca. Y expresa su horror: "Él era como yo. Un streamer. Emitía en directo en Twitch, tenía un perfil”.
El joven tiene más de 20.000 seguidores en la plataforma. Tras un par de minutos llegan los primeros comentarios. Un usuario pregunta: "¿Dónde puedo encontrar el vídeo original?” También tiene el atentado de Christchurch al completo en su teléfono.
"Difusión coordinada” del video
Stephan B., el atacante confeso de Halle, tenía perfil desde dos meses antes de lo ocurrido, informó la plataforma por Twitter. Aparentemente, B. se abrió el perfil para poder compartir en directo su ataque. Antes del ataque, el asesino solo había emitido en directo una vez por la plataforma.
Twitch borró el video tras 30 minutos. Hasta entonces, según los datos de la propia plataforma propiedad de Amazon, unas 2.200 personas habían visto el video. Cinco de ellas incluso lo vieron en directo. Después de su eliminación, el video fue difundido de forma coordinada a través de servicios de mensajería.
La informática estadounidense Megan Square intenta arrojar algo de luz sobre el rincón más oscuro de internet. Squire ha trazado el recorrido del video a través de los servicios de mensajería. Solo en Telegram, alrededor de 55.000 personas lo habían visto ya en la noche del jueves (10.10.2019).
Apoyo virtual
En el crudo documento que el atacante colgó en internet, él mismo anunció que quería difundir el crimen para reforzar "la moral de otros blancos oprimidos”. El documento está escrito en inglés, idioma en el que también habló durante el streaming del ataque.
Según el experto en la extrema derecha Matthias Quent, el asesino de Halle quería dirigirse al público internacional derechista a través de internet. "Se trataba de alcanzar esta Internacional de intolerantes, antisemitas y racistas que callejea por los diferentes subcanales de la escena gamer y otras redes sociales”, subraya el director del Instituto para la Democracia y la Sociedad Civil, con sede en la ciudad alemana de Jena. "Quería impresionarlos y con ello incitarlos a cometer actos similares, sobre todo a matar a judíos”.
Pese a que Stephan B. actuó solo en Halle, Quent opina que "no están aislados. Son parte de un movimiento ideológico y también de procesos de intercambio social. No tanto físicamente, sino más bien en un espacio virtual”.
Desde hace años, el politólogo berlinés Jens Rathje estudia el extremismo derechista en internet. La radicalización de hombres jóvenes tiene lugar sobre todo en los llamados tablones de imágenes, un tipo de página web anónima en el que la publicación de imágenes cobra especial importancia, explica el experto de la Fundación Amadeus-Antonio. Estos tablones de imágenes nacieron para los cómics asiáticos, pero posteriormente cobraron una dimensión política.
Son completamente anónimos y prácticamente cualquiera puede participar en sitios como 4chan o 8chan sin moderador que medie. "Han crecido en el seno de esta comunidad. Se asocian con ella y se identifican con esta ideología de extrema derecha”, dice Rathje. Y añade: "Ahí encuentran apoyo, consuelo y en casos de dudas sobre un ataque terrorista, una valoración”.
Mofa de las víctimas
Un chat de 4chan muestra cómo estos usuarios interactúan tras el ataque de Halle. En este tablón de imágenes se encuentran por ejemplo fotografías de la mujer a la que Stephan B. disparó mortalmente en la calle. Y llaman a reírse de la víctima y a escupir sobre su tumba.
En otro chat se encuentra varias veces la versión original del video de 35 minutos del ataque, que prácticamente todos parecen haber visto. Uno de los participantes también se burla de la otra víctima mortal del ataque, el hombre tiroteado en una tienda de comida turca.
Favorecen la polarización
Los tablones de imágenes como 4chan y 8chan son, en términos comparativos, plataformas pequeñas en las que solo se mueve una parte muy reducida de la sociedad. De acuerdo con el activista digital berlinés Markus Beckedahl, quien utiliza estos sitios web también suele estar presente en plataformas como Facebook, Instagram o Twitter.
Como los algoritmos favorecen la participación y la interacción, las publicaciones y comentarios que polarizan o difunden el miedo o el odio suelen ser recompensados. Por eso llegan más a otros usuarios. "Hay resultados de investigación que muestran que, por ejemplo, YouTube favorece la propagación de contenidos radicales”, dice Beckedahl. "Cualquiera que lo haya utilizado se habrá dado cuenta de lo rápido que la función ‘videos relacionados' conduce a teorías de la conspiración”.
Mientras tanto, Facebook ha endurecido su política contra el odio, borrando posts y bloqueando a usuarios. El resultado: un traslado masivo a otras plataformas. Tanto al conocido como internet oscuro (la darknet) como a grupos cerrados de WhatsApp o Telegram.
El politólogo Rathje concluye que los extremistas de derecha han entendido internet como lo que es: una plataforma en la que existen pocos límites en lo que a la conexión y la comunicación internacionales se refiere.
(eal/ms)
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