El monaca buscó, en mitad del mayor lago bávaro, un lugar para aislarse del mundo. Más pequeña, pero con un encanto propio, la Fraueninsel es ya desde hace tiempo algo más que un mero lugar de meditación y una colonia de artistas. Durante todo el año los barcos llevan a los turistas desde Prien, en la orilla occidental, hasta las islas para ver sus monumentos como el convento de Frauenwörth. Con este agradable sol primaveral se puede disfrutar especialmente del paisaje y la naturaleza durante un paseo en barco. Desde la cubierta, se divisan todavía las cubres nevadas. Los ciclistas pueden recorrer los 60 kilómetros a orillas lago sin esfuerzo: no hay cuestas. Podrán realizar un alto en el camino en las cervecerías al aire libre y restaurantes. La belleza del paisaje fue inmortalizada por famosos pintores ya en el siglo XIX. Los motivos se pueden encontrar aún hoy en día en la realidad. Quizás con una excepción: hace tiempo que los barcos de pescadores dejaron paso a las embarcaciones recreativas.