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Igualdad de derechos

“El Estado hoy es incapaz de producir justicia”

Maricel Drazer
26 de enero de 2021

La feminista boliviana María Galindo reniega de una “igualdad descafeinada” entre los sexos, y propone la “transformación estructural” del continente.

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Bolivien | Feministin María Galindo vor dem Regierungsministerium in La Paz
Imagen: Privat

María Galindo es multifacética. Es una reconocida luchadora feminista, pero también es artista, grafitera, repostera, escritora, psicóloga, comunicadora y cofundadora del colectivo "Mujeres Creando”.

A sus 56 años despliega una energía desbordante, es lúcida, brillante intelectualmente, audaz, provocadora, y por sobre todo y ex profeso, imposible de encasillar. Deutsche Welle dialogó con ella desde La Paz sobre sus luchas, sus deseos y su cosmovisión.

Deutsche Welle: ¿Cómo es el mundo por el que usted lucha?

María Galindo: Sin jerarquías, sin ninguna forma de mediación de poder. De ninguna manera lucho por la igualdad entre hombres y mujeres, porque yo no concibo el feminismo como una lucha por los derechos de las mujeres, sino como una lucha más profunda de transformación de la sociedad.

Yo creo que la idea de igualdad entre hombres y mujeres es una idea asumida, absorbida y devaluada por el propio neoliberalismo. Y en esa igualdad hombre-mujer han quedado fuera los otros y las otras, las personas trans, las personas no heterosexuales, las personas no blancas, las personas no propietarias.

A mí esa igualdad neoliberal descafeinada no me interesa para nada.

¿Cómo definiría el grado de justicia social existente en su país y en el continente?

Es interesante ver que el Estado hoy es incapaz de producir justicia -tanto los Estados latinoamericanos en general, como el Estado boliviano en particular-. El Estado produce impunidad, jerarquías sociales, privilegios, y una serie de nociones, como tratarte como aquel ser incapacitado para decidir sobre tu propia vida si eres mujer.

Por eso nosotras nos dedicamos a producir justicia, especialmente en el campo de lo que son todas las formas de violencia machista. Producimos una justicia más allá y más acá de la ley, porque no hacemos de la ley un mito.

Todavía tenemos que construir qué entendemos por justicia social. No podemos adscribirnos a lo que definen el Estado o los partidos políticos, a las comprensiones institucionales de justicia social y de justicia.

Tenemos que ser capaces, como movimiento feminista latinoamericano, de producir nociones propias de justicia, que tienen que estar relacionadas con la libertad, con la soberanía de los cuerpos, con nuevas formas de familia, -o con su disolución prácticamente- y con la construcción de nuevas formas de comunidad y de afectividad social.

¿Qué reflexión le deja la pandemia?

El problema no es el COVID: el problema es el capitalismo. El problema no es el COVID: el problema es el colonialismo. El problema no es el COVID, el problema es la estructura patriarcal de todo: de los Estados y de la familia también. Entonces, si no transformamos estructuras, no estamos haciendo nada.

¿Existen signos de la realidad que le permiten ser optimista?

En primer lugar, las mujeres estamos despatriarcalizando la sociedad. De forma masiva estamos diluyendo la familia. Cualquier mujer hoy en Bolivia que vive una relación de violencia, decide muy rápidamente y por sí misma, disolver esa relación.

La familia nuclear patriarcal -papá, mamá, hijitos, hijitas- en la sociedad boliviana es solo del 25 %. La sociedad está agrupándose de manera muy diferente, formando otro tipo de comunidades: familias extendidas, con la tía, con la abuela, familias donde se expulsa al autoritario violento. Y las protagonistas somos las mujeres.

El segundo concepto que me da a mí muchísima esperanza, es que las mujeres estamos cambiando el concepto de maternidad. Esa maternidad obligatoria, impuesta, sufrida, en función de la abnegación, es una cosa que las mujeres estamos cambiando a escala mundial.

Hay una ruptura de cánones continua por parte de las mujeres.

Bolivien María Galindo
María Galindo: activista feminista anarquista nacida en La Paz, Bolivia.Imagen: privat

Que se extiende a los más variados ámbitos…

Exacto. Hay muchas luchas: por el agua, por la Amazonía, contra las carreteras, contra la minería a cielo abierto. Todas están protagonizadas por mujeres.

Hay una suerte de conciencia de que basta, de que hemos llegado a un punto final en lo que es la destrucción y el modelo productivo.

Y hay grandes grupos humanos, llevados adelante mayormente por mujeres, convencidos de que hay que hacer un cambio profundo: antipatriarcal, ecologista, animalista y anticolonial.

Y esa conciencia es la esperanza del mundo.

¿Cuál es su deseo para este año?

Yo desearía que todos los aprendizajes que hemos tenido como humanidad durante esta pandemia, -que nos ha dado para pensar, para sufrir y para descubrir-, se plasmen en una decisión profunda de cambiar el modo de comprender el mundo, o sea, de parar la maquinaria capitalista, porque es suicida.