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El espectáculo mediático

20 de febrero de 2003

Los medios de comunicación están preparados para una guerra contra Irak. ¿Habrá una cobertura objetiva de los hechos? ¿Se darán a conocer incómodas verdades o será más bien un espectáculo mediático?

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El conflicto de Irak en los medios.

En caso de una guerra, los ciudadanos iraquíes serán directamente afectados y paradójicamente también serán los menos informados. Los medios de comunicación en Irak son controlados por el Estado y censuran la información que no conviene al régimen. La prensa escrita proveniente de países vecinos o europeos, o canales de televisión como la estadounidense CNN y la árabe Al Jazeera, no son accesibles para la población civil.

El uso de internet tampoco está ampliamente difundido, y aunque lo fuera, la oferta online también es censurada por un servidor estatal. Igual que en la Segunda Guerra mundial, la única alternativa para escuchar información del exterior, es la radio.

Emisoras internacionales que transmiten por onda corta y media, como la alemana Deutsche Welle o la británica BBC, pueden ser escuchadas en Bagdad y aunque el régimen intente distorsionar la recepción, no la puede eliminar por completo.

Las estrategias de Washington

Una estrategia más hábil y compleja es la que intentará por primera vez Washington para influir en la opinión pública. Un grupo de periodistas será entrenado para llevarlos al frente, de esta forma, presenciarán en vivo lo que sucede y se sentirán involucrados y responsables de la seguridad e los soldados. Los reporteros obtendrán las urgentes imágenes que necesiten y declaraciones de la tropa, pero no podrán enfrascarse en investigaciones propias ni en periodismo crítico.

"Serán con toda seguridad un selecto grupo de periodistas los que irán al frente y seguramente de nacionalidad estadounidense", dice el alemán Peter Phillipp, experimentado periodista de guerra y experto en Oriente Medio. Con ello, dice el experto, se dará a la opinión pública la información ‘adecuada’ de lo que está pasando en el frente.

El muy criticado plan estadounidense, de manipular la opinión pública mundial incluso con información falsa, ha sido ya descartado. Washington abrió una ‘Oficina de Comunicación Global’, cuyo objetivo es influir en los medios de comunicación. Gracias a la labor de esta oficina, muchos ahora afirman que Sadam Husein expulsó arbitrariamente a los inspectores de la ONU en 1998. Esta afirmación es controvertida, otras fuentes afirman que el entonces jefe de inspectores, Richard Butler, enterado de los inminentes ataques estadounidenses, retiró a su equipo voluntariamente.

Verdades fabricadas

Durante la guerra de Kuwait, a principios de la década de los 90, no sólo Irak llenó a la opinión pública de confusa información propagandística. También las fuerzas aliadas crearon historias fabricadas, como la noticia sobre el asesinato de cientos de niños por parte de tropas iraquíes en Kuwait. Después se supo que la historia había sido inventada por una agencia de relaciones públicas. Otro caso similar se produjo en 1991, cuando Irak acusó a Estados Unidos de lanzar bombas contra objetivos civiles. Washington reaccionó afirmando que Irak colocó armas pesadas en zonas habitacionales intencionalmente y de esta forma utilizó a su propio pueblo como escudo humano.

En plena guerra los periodistas cuentan con escasas posibilidades y tiempo para corroborar la información que reciben y no pueden ignorarla cuando proviene de alguna de las partes en conflicto. A lo mucho pueden darla como ‘no confirmada’ . ¿Y puede el ciudadano promedio distinguir entre la veracidad de una información y otra?

A diferencia de la situación que prevalece en Irak, en otros países en donde hay libertad de prensa, la población puede informarse sobre el conflicto a través de una gran diversidad de fuentes. De esta forma se puede contrastar la información, pero es muy cuestionable que el ciudadano de a pie logre formarse una opinión equilibrada y objetiva de lo que sucede, porque a menudo lo único que provoca la diversidad de información es confusión.