El difícil comienzo de la tortuga boba
Esta especie es considerada vulnerable en el Mediterráneo, en parte porque su proceso de cría es poco frecuente y precario. La reducción de sus áreas de anidación es otro problema que amenaza su superviviencia.
La vida de una tortuga boba
Las tortugas bobas pasan la mayor parte de su vida en hábitats marinos y estuarinos de los océanos Atlántico, Pacífico e Índico, y en mares como el Mediterráneo. Las hembras sólo salen del agua para desovar en las playas.
Removiendo la tierra
Esta especia es tan maravillosa como vulnerable. Sobre todo teniendo en cuenta que sólo ponen huevos una vez cada dos o tres años.
De vuelta en el mar
La temporada de desove tiene lugar en los meses de junio y julio, pero puede variar por playa de anidación. Una vez terminada la puesta, las hembras regresan al agua, un medio en el que sienten mucho menos amenazadas. Se reproducen por primera vez entre los 17 y los 33 años, y su periodo de apareamiento puede durar hasta seis semanas.
Larga espera
En el Mediterráneo el periodo de apareamiento de la tortuga boba se extiende desde finales de marzo hasta principios de junio. Una vez realizado el desove y mientras son incubados, los huevos son vulnerables a los depredadores y a la acción humana.
Una nueva vida
Si el huevo logra sobrevivir los 80 días que dura el periodo de incubación, la cría emerge del cascarón y pone directamente rumbo al mar. Su esperanza de vida máxima es de aproximadamente 47-67 años en un ambiente salvaje.
Trayecto peligroso
Normalmente, las crías emergen y ponen rumbo al mar por la noche, momento en el que hay menos depredadores y la temperatura de la arena desciende. Los sonidos provocados por la actividad humana pueden desorientar a las tortugas.
A punto de llegar
A pesar de que la tortuga boba tiene un promedio de 70 huevos por puesta, son pocas las crías que consiguen llegar al mar. Una vez en el agua, queda la difícil tarea de no morir de hambre.
Múltiples amenazas
Pero también los ejemplares adultos enfrentan numerosas amenazas en el mar. Esta tortuga boba, por ejemplo, quedó mutilada tras chocar con una embarcación. Nuevas técnicas veterinarias, como las prótesis de titanio, ofrecen una segunda oportunidad a las tortugas marinas.