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El aura perdida de Blair

26 de septiembre de 2003

La popularidad del gobernante británico continúa cayendo en picada, mientras la oposición pide su renuncia y el movimiento pacifista sigue acusándolo de haber engañado al pueblo para justificar la guerra contra Irak.

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¿Quedará el lodo del caso Kelly adherido al "Sr. Teflón"?Imagen: DPA

El cierre del interrogatorio de testigos en el caso de David Kelly coincide con un récord de desaprobación popular a la gestión del primer ministro británico, Tony Blair. Un 61% de los participantes en una encuesta publicada por el diario The Guardian no está conforme con la labor del líder laborista, otrora el "niño maravilla" de la política londinense. No es mera coincidencia. A lo largo de las 22 jornadas en que se escucharon 75 testimonios sobre los hechos que aparentemente condujeron al suicidio del científico que sirvió de fuente a la BBC para denunciar la manipulación de los informes sobre el peligro de los arsenales de Saddam Hussein, se ha ido fortaleciendo la impresión de que el equipo gubernamental actuó turbiamente.

El juicio de la opinión pública

El alegato final del abogado de los deudos de Kelly, Jeremy Gompertz, fue dinamita. No sólo achacó al gobierno la responsabilidad por la muerte del científico, por haberlo "utilizado como una pieza de ajedrez en su campaña política contra la BBC", sino que acusó al ministro de Defensa, Geoff Honn, de hipocresía y de haber mentido ante la comisión investigadora, que dirige Lord Brian Hutton.

Su informe recién estará listo en octubre o noviembre, pero la opinión pública parece ya tener un juicio formado. Y éste no es precisamente favorable a Tony Blair. Independientemente del resultado al que llegue la investigación, su imagen ha quedado seriamente dañada. La prensa especula que le será difícil mantener en su cargo a Hoon, después de que salieran a la luz que fragmentos de la agenda del ex jefe de comunicaciones del gobierno, Alistair Campbell; de ellos se deriva la intención de revelar el nombre de Kelly como informante de la BBC, para que éste pudiera desvirtuar las acusaciones lanzadas por esa cadena periodística.

¿Apodo obsoleto?

La pregunta es hasta qué punto quedará enlodado el propio Tony Blair, apodado "Sr. Teflón" porque ningún escándalo se le adhería. No hay que olvidar que el éxito del líder laborista obedeció fundamentalmente a la imagen de transparencia y honestidad que supo transmitir al electorado. Ahora su proceder está en tela de juicio, más allá del trágico caso de Kelly, en un asunto tan grave como la justificación de una guerra que costó también vidas británicas.

Si no se puede dar crédito al gobierno en esa materia, ¿por qué habría la gente de confiar en sus promesas de mejoras en diversos campos internos, como la salud o la educación? El líder del partido conservador británico ya ha demandado la dimisión del primer ministro, calificando su posición de insostenible. Tampoco los liberal-demócratas han escatimado en críticas. Blair resiste de momento los embates y no parece preocupado de perder su sitial. Pero su calma obedece más bien al hecho de que la oposición no ha podido capitalizar la crisis y no se vislumbra una figura capaz de disputarle el cetro gubernamental, pese a que su aura se ha esfumado.