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“Donald Trump no es un accidente laboral”

Alexander Görlach
28 de noviembre de 2019

A Donald Trump se le conoce generalmente como “populista”. Alexander Görlach lo ve de otra manera: "Trump es la reacción al populista que gobernaba antes en la Casa Blanca".

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USA Amtsübernahme Trump und Obama
Imagen: Reuters/C. Barria

En menos de un año habrá elecciones presidenciales en EE. UU. y ya se está debatiendo sobre lo qué sucederá con el país en caso de que el populista Donald Trump ya no esté en el poder. Este es precisamente el problema generalizado de los populistas: como no son capaces de ofrecer un programa sustancial, la frustración sobre el sistema político y la democracia es mayor que antes, una vez los populistas hayan desaparecido de la escena.

En vista de la situación actual en Estados Unidos, esta perspectiva es, sin embargo, incorrecta: Donald Trump no es el populista que muchos creen ver, sino más bien Barack Obama fue el populista que no cumplió con lo prometido. Y Donald Trump es la reacción al populista que gobernaba antes la Casa Blanca. Lo que está leyendo puede sonar tan impactante para muchos como para mí también, el autor de esta nota de opinión: es decir, hay populistas "buenos". Aquellos que no establecen límites, sino que evocan al espíritu colectivo. Una cosa les une a los populistas "malos": el hecho de simplificar la realidad hasta el punto en el que ya no es posible hacer una política imparcial.

¿Qué quería hacer, en realidad, Obama?

"Yes, we can" fue su mantra durante la campaña electoral de 2008: el deseo piadoso y bien intencionado de transformar positivamente a Estados Unidos después de los plomizos años de la administración Bush. Pero nunca estuvo claro lo que se suponía que iba a hacer en concreto. El país tenía que experimentar una renovación, pero ¿cómo? Luego vino la crisis financiera y la oportunidad de construir algo nuevo sobre los escombros de Lehman Brothers. Pero Barack Obama solo hizo uso de las políticas aprendidas: salvó los bancos, pero no a cientos de miles de propietarios que se quedaron sin hogar. Ninguno de los responsables que causó el desastre terminó en la cárcel. El libro y la película "The Big Short" cuentan esta historia en detalle.

Muchos estadounidenses percibieron lo anterior como totalmente injusto. Y si alguien, como muchos de ellos, tuvo que mudarse a una habitación pequeña del sótano de sus suegros o hermanos para no terminar en la calle, entonces el discurso de Trump sobre la nación como familia que apunta a que "reine la decencia" se vuelve atractivo. Y ese es el mensaje de Donald Trump: "Amerca first" significa ante todo "honestidad para nosotros los estadounidenses". Una agenda cosmopolita solo puede funcionar si la decencia también prevalece en el ámbito local.

¡Honestidad para América! Las cifras son favorables

Para el futuro de la democracia en EE. UU. es importante evaluar adecuadamente el pasado reciente: Donald Trump no es un accidente laboral, sino un político que sus electores consideran que puede devolverle la honestidad al país. Por el momento, las cifran son favorables para Trump: el empleo aumenta, la economía está en auge. Y también en las relaciones internacionales, especialmente en China, sus seguidores ven que él le devuelve la decencia al país.

Los liberales cosmopolitas, entre los que me incluyo, tienen primero que digerir todo esto.

Alexander Görlach es profesor emérito del Carnegie Council for Ethics in International Affairs e investigador en la Universidad de Cambridge en el Instituto de Religión y Estudios Internacionales. El lingüista y teólogo posdoctoral fue también becario visitante y visitante en la Universidad de Harvard en 2014-2017 y profesor invitado en la Universidad Nacional de Taiwán y la Universidad de la Ciudad de Hong Kong de 2017 a 2018.

(rmr/jov)

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