La ruta innovadora de un alemán por Sudamérica
25 de diciembre de 2015Fabian Dittrich (34) estaba disfrutando unos días en Brasil durante el pasado Mundial de Fútbol cuando un desagradable suceso lo hizo cambiar de rumbo. Le robaron su mochila y, en medio de su frustración, conoció por casualidad a un emprendedor local. Este quiso mostrarle el lado positivo de su país y lo llevó a conocer centros repletos de jóvenes innovadores, quienes buscan hacer realidad sus sueños y aportar a su país.
Encantado con el hallazgo, decidió partir en un viaje de descubrimiento por Sudamérica junto con dos compañeros de ruta, Dominic Brasovneau y Vin Tran. Así nacieron los “Start Up Diaries”, una serie de programas online que retratan el boyante momento innovador.
Una camioneta de techo flexible con placas solares se convirtió en casa y oficina, pues había que seguir trabajando. Dittrich creó y dirige Helpando, firma que da consultoría y ayuda a empresas a mejorar su servicio de atención al cliente mediante herramientas tecnológicas.
Hace justo un año comenzaron esta aventura en la que recorrieron 20 mil kilómetros durante seis meses, visitando innumerables ciudades y pueblos de Argentina, Uruguay, Chile, Perú, Ecuador y Colombia. “Quería mostrar el lado innovador de Latinoamérica. Para eso entrevistamos y documentamos las historias de emprendedores o gente que trabaja distinto, que le dice no a ponerse un traje o estar diez horas por día en una empresa donde no pueden ser ellos mismos”, cuenta Fabian Dittrich.
Espíritu, talento y ganas de aportar al país
Sin importar el proyecto, es la actitud la que define y marca la diferencia: “En Silicon Valley o en Berlín todo el mundo quiere ser emprendedor, está muy de moda. Cada joven que tiene una idea piensa que puede hacer millones con ella y allí es más fácil también; si fracasa, hay cierto respaldo. Pero en América Latina la gente es mucho más atrevida: corre muchos riesgos, pide créditos... hay que tener mucho coraje para atreverse a innovar allá”, destaca Dittrich.
En su viaje encontró “mucho espíritu, ganas, motivación y talento, pero no hay mucho dinero para invertir. Falta la confianza de inversionistas extranjeros”. La infraestructura no siempre está a la altura de las necesidades, pero se percibe una gran unidad. “Comparten y se sienten muy conectados, como en una familia, o como si estuvieran solos contra el mundo”, apunta. Otro signo distintivo es que “quieren crear algo innovador y también hacer un cambio, terminar con las injusticias y ayudar a su país o comunidad, lo que no existe tanto en Alemania o Estados Unidos”.
Los “Start Up Diaries” registraron excelentes ejemplos, como el de Macarena, fundadora de Sinergia, el primer espacio de co-working de Uruguay, o Valeria, una joven de Lima que a los 14 años se lanzó a crear páginas web y hoy tiene clientes en todo el mundo. En Puerto Montt, sur de Chile, les impactó la determinación de un grupo de emprendedores: “Llueve todo el día, entra la lluvia por el tejado y no hay mucha tecnología... ¡pero están tan inspirados!”.
Nómades digitales
En paralelo, cumplieron el desafío de mantener funcionando la empresa, sin importar dónde y en qué condiciones, gracias a internet. “Con la tecnología de hoy se puede trabajar de una manera efectiva mientras se viven aventuras. Eso es una libertad y un lujo”, dice Fabian Dittrich, quien relata que cerró un importante negocio con un ejecutivo de Las Vegas, desde un cibercafé de un pueblo del desierto cerca de Nazca, en sandalias y pantalones rotos.
Hoy planea nuevas aventuras. “Es fácil quedarse en el éxito y la comodidad, pero para mí es muy importante tener experiencias como la de América Latina, donde encuentras humildad y humanidad, conoces gente que casi no tiene nada, pero da todo para crear algo”. Los capítulos de los “Start Up Diaries” son buena prueba de ello.