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Constanza - Vivir en la ciudad

15 de diciembre de 2010

La vida en Constanza tiene dos caras: la marcada por el verano y la impuesta por el invierno. Ambas tienen su encanto, pero el Lago Constanza hace que los meses cálidos sean particularmente memorables.

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Constanza y el Lago Constanza, en alemán Bodensee.Imagen: picture-alliance/dpa

La bueno de Constanza es que es pequeña. La desventaja de Constanza es que es pequeña. A ella le falta la dinámica de las grandes metrópolis, pero eso se ve compensado de distintas maneras. Entre otras cosas, la villa es fácil de abarcar con la vista y las rutas más transitadas por los estudiantes son siempre trayectos cortos: a la universidad, a casa de los amigos, a las fiestas, al lago.

Temporada de invierno

Constanza tiene dos caras. Muchos coinciden al describirla en invierno como una villa en estado de letargo, tan denso como la niebla que la invade. El Lago Constanza es hermoso en verano, pero en invierno es el causante de esa neblina que, más que suspendida sobre la ciudad, pareciera estar anclada en ella. Entonces los estudiantes se esconden con sus tazas de té humeante en sus pisos compartidos, se encuentran para estudiar en grupo o, cuando mucho, se animan a hacer excursiones por el barro que cubre las orillas del Rin.
Quien no quiera verse agobiado por el invierno hará bien en buscar maneras de sacarle el mayor provecho: empacando los esquís, el snowboard, las botas y tomando el siguiente tren en dirección a las montañas. En unas dos horas habrá dejado la nebulosa Constanza para disfrutar de vistas claras y energizantes, no desde la llanura hacia los lejanos Alpes, sino desde los Alpes hacia Constanza.

Temporada de verano

En cambio, en verano, el lago transforma a Constanza en una de las mejores ciudades para estudiar. Nadie emprende el camino hacia las aulas sin haber empacado cremas protectoras para la piel y gafas de sol en sus mochilas. Las lecturas para los seminarios se hacen en la playa de la universidad y, cuando los docentes se dejan convencer, puede que hasta el seminario mismo tenga lugar al aire libre. Los cursos de vela son muy populares en los ratos de ocio y las barbacoas a orillas del lago o en el “Schänzle” –donde el lago entra en contacto con el Rin– representan una forma habitual de cerrar los días en Constanza.

La buena vida tiene su precio

Sólo tres cosas se le pueden reprochar a la pequeña ciudad en el extremo meridional de Alemania: además de ser algo conservadora y pequeñoburguesa, en verano rebosa de turistas jubilados y sus alquileres están entre los más altos del país. Muy pocas ciudades pueden ofrecer una calidad de vida como la de Constanza – y eso tiene su precio.

Autor: Elena Singer

Editor: Rosa Macías