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Colombia: ¿Se muere el sueño de la paz?

Ofelia Harms
19 de enero de 2019

A dos años de que se firmara un acuerdo entre el Gobierno y la ex guerrilla de las FARC, vuelve el miedo a la mente de los colombianos. El atentado del jueves es un aviso de que la paz en el país aún no es un hecho.

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Kolumbien Bombenanschlag auf Polizeischule in Bogota
Imagen: Reuters/L. Gonzalez

Madres, esposas, hijos llorando. Las imágenes afuera de la Escuela de Cadetes General Santander, en la capital colombiana, son desgarradoras. Allí murieron al menos 21 jóvenes, la mayoría de entre 17 y 23 años de edad, y otros 68 fueron heridos a causa del estallido de un carro bomba en una de las instituciones más importantes para las fuerzas de seguridad en el país sudamericano. Los familiares están desolados y la ciudadanía entera está indignada. 

Desde hace diez años no ocurría una explosión con carro bomba en Bogotá y estas trágicas imágenes reviven el recuerdo de una guerra que muchos daban por terminada. "Claramente esto tiene la intención de reanudarla y es preocupante, venga de quien venga”, asegura Katherine Torres de "Por una Paz Completa”. La organizadora de esta campaña que busca favorecer los diálogos de paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) considera difícil un avance en las negociaciones con esa guerrilla. Y es que incluso antes del atentado del 17 de enero "el actual gobierno no mostró voluntad de paz”, señaló.  

Negociaciones casi imposibles

Para otros, el atentado confirma que quien no tenía voluntad real de negociar es el ELN. Aunque los diálogos se detuvieron en agosto de 2018, con Juan Manuel Santos aún como presidente, los jefes negociadores de la guerrilla no se levantaron de la mesa en La Habana a la espera de que el nuevo Ejecutivo asignara un equipo con el cual retomar las conversaciones. No sucedió. Iván Duque exigía para ello que la organización catalogada como terrorista, también por Estados Unidos y la Unión Europea, liberara a todos los secuestrados y evitara cualquier acto terrorista. El Alto Comisionado para la Paz, Miguel Ceballos, adelantó este viernes que ahora "no habrá ningún espacio de diálogo con el ELN”. 

"El discurso del presidente ha sido consecuente”, asegura  Hubert Gehring, director de la fundación alemana Konrad Adenauer (KAS). "Ojalá en algún momento le entre un poco de cordura al ELN para poder retomar una mesa seria de negociaciones”. Gehring asegura que en Europa se tenía la "errada idea” de que con la firma del acuerdo entre el Gobierno de Santos y las FARC se resolvían los problemas de Colombia. El representante de la KAS espera que el lamentable hecho llame la atención de la comunidad internacional para que apoye a Colombia en los temas más urgentes, como el desarrollo de las regiones, la implementación del acuerdo de paz y la crisis migratoria venezolana. "Alemania, que tuvo que lidiar con la llegada de un millón de inmigrantes, debería imaginarse el reto que es para Colombia además de la llegada de venezolanos, tener casi seis millones de desplazados internos”, enfatiza Gehring. 

Una escalada de violencia

Pero fuera de atraer a la comunidad internacional o a más inversionistas, un aumento de la violencia en el país podría incluso ahuyentarlos. El embajador de Alemania en Colombia, Peter Ptassek, asegura que aunque su cuerpo diplomático no siente amenaza alguna, el atentado del jueves sí podría desencadenar una "escalada de violencia que complique mucho la situación del país”. 

En octubre, Colombia elige nuevos alcaldes, concejales y gobernadores. Juan Caicedo de "Ojo a la Paz”, una iniciativa ciudadana observadora de la implementación de los acuerdos firmados entre el Gobierno y las FARC, asegura que estos actos violentos benefician a la derecha colombiana que "vive del lenguaje y del lucro de la guerra”. Otras ONGs y organizaciones campesinas también reclaman que ese sector político nunca ha mostrado verdadero interés en resolver de raíz el problema del conflicto armado, que es la restitución de tierras en manos de unos cuantos terratenientes del país. Algo a lo que también atribuyen el reciente y escandaloso aumento de los homicidios a líderes sociales, a pesar de la firma de un documento que al expresidente colombiano lo hizo merecedor del Premio Nobel de la Paz.  

Autora: Ofelia Harms Arruti desde Bogotá (CT)

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