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Las relaciones entre el estado y la Iglesia son estrechas. El clero chipriota debe su riqueza sobre todo a los amplios privilegios fiscales de los que disfruta. No obstante, es poco probable que, tal como había anunciado, el arzobispo del país Chrisóstomos II realmente hipoteque todas las propiedades de la Iglesia para comprar bonos del Estados. Hasta ahora el clero de la isla se ha centrado más bien en multiplicar sus bienes y no en venderlos.