Carburantes ecológicos: no a cualquier precio
24 de mayo de 2007El calentamiento global del planeta, la rapidez con la que avanzamos hacia el desequilibrio ecológico, las consecuencias que ya comienzan a sentirse, el futuro que ya no queda lejos y el presente que se muestra como el último momento para virar el rumbo de esta Tierra en dirección fija hacia la catástrofe natural. Muchas son las razones que se encuentran en la base del debate climático actual, de los litros de tinta que sobre este mal ya conocido se han escrito en los pasados meses, se escriben hoy y se seguirán redactando mañana.
Varias son las propuestas para la mejora, casi todas similares. Menos emisiones contaminantes, menos consumo de energía, menos carburantes fósiles. A cambio, más energías alternativas y más biocarburantes. Pero caeríamos en un error altamente humano, el de tropezar dos veces con la misma piedra, si no midiéramos las consecuencias de nuestros actos, si no nos decidiéramos por lo mejor, sino por lo más rápido, si en la actividad del proceso transformador nos olvidáramos del mañana. Los expertos advierten: no todos los combustibles ecológicos son sustentables, no todo lo "bio" es bueno en sí mismo.
No al fomento sin análisis
Empa, una institución suiza dedicada a la investigación, y un informe reciente de Naciones Unidas dedicado a la energía, llaman la atención sobre el peligro que supondría un cambio sin más análisis a los biocarburantes. Antes de fomentar económicamente el uso y la producción de carburantes ecológicos, los gobiernos deben saber en qué invierten y bajo qué condiciones no causan éstos más problemas de los que evitan, concluyen ambos organismos.
Empa ha estudiado las consecuencias que para el medio ambiente tienen fuentes de energía como el bioetanol, el biometanol, el biodiesel o el biometano. Desde su plantación hasta su uso como carburante. Dice la institución suiza que no cabe duda de que todos estos "bios" emiten un 30% menos gases contaminantes que los carburantes tradicionales. Sin embargo, también ellos tienen potencial destructor que cabe mantener bajo control.
Las plantaciones destinadas a la producción de biocarburantes no deben entrar en competencia con las hectáreas de suelo cuyo fin es servir a la industria alimentaria. De lo contrario, las consecuencias para la población podrían ser nefastas. Las selvas no han de servir como superficie de cultivo. Su deforestación perjudicaría todo intento de frenar el cambio climático. El uso de pesticidas, abonos y el tratamiento mecanizado de la tierra ha de mantenerse dentro de unos límites sustentables para evitar la degradación del suelo.
Parte de una amplia estrategia
Empa concluye, como lo hacen muchos científicos también en Alemania, que el futuro ecológico de los biocarburantes irá unido a una correcta certificación de su respeto por el medio ambiente. El etiquetado debe asegurar que no se talaron selvas, ni se destruyeron ecosistemas, ni se mermaron reservas indígenas, ni se usaron hombres como esclavos en la producción del carburante.
Y también dice Empa, como muchos científicos alemanes, que en los biocarburantes está el mañana energético del planeta, siempre y cuando la estrategia sea la correcta y su uso se realice en combinación con las restantes energías alternativas.