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¿Cómo evitar matanzas como la de Noruega?

28 de julio de 2011

La masacre de Noruega agudizó interrogantes en cuanto a la seguridad. ¿Cómo pueden evitarse hechos como el de Utoya? Deutsche Welle conversó al respecto con un criminalista especializado en extremismo de derecha.

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Luto en la isla de Utoya: 68 personas murieron en el ataque perpetrado por un fanático de extrema derecha.Imagen: dapd

La masacre perpetrada en la isla de Utoya el 22 de julio ha llevado a una reunión informal de expertos europeos en Bruselas con el objetivo de preparar nuevas medidas que puedan aportar en el futuro a evitar actos como éste en la Unión Europea y en sus Estados asociados, como lo es Noruega. ¿Es posible desarrollar medidas de seguridad comunes que puedan evitar hechos como los de la isla de Utoya? "Tenemos que reconocer que es un hecho muy difícil, sino imposible de prever", informó a la prensa Timothy Jones, portavoz del encargado de la Oficina Antiterrorismo de la UE.

“No creo que hubiera sido posible en el caso de Anders Behring Breivik. Éste hace públicas sus intenciones poco antes de la masacre de Utoya. Si bien ahí detalla cómo se ve a sí mismo, cómo califica sus propias acciones, no da detalles de lo que va a hacer. Aún cuando la policía hubiese tenido en las manos las 1500 páginas, no habría habido tiempo de detenerlo”, dice a Deutsche Welle Bernd Wagner, criminalista especializado en extremismo de derechas. Wagner, exteniente coronel de la Policía de Investigación Criminal. Los hechos llamativos –como la compra masiva de fertilizantes-, la formación de redes o un perfil psicológico singular suelen ser indicios para prever y, en el mejor de los casos, evitar actos terroristas. El del asesinato masivo de Noruega se sale de todo marco. Con todo, los especialistas europeos ponen su énfasis en mejorar los sistemas europeos de intercambio de información.

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Berlín, flores ante la Embajada Noruega.Imagen: picture alliance / dpa

Componentes comunes

Habiendo trabajado en programas de prevención de agresión y violencia juvenil en el este de Alemania (en la ex República Democrática Alemana), el especialista en criminología conoce los móviles del radicalismo de derechas local. La gran diferencia entre éste y el pensamiento que subyace en los recientes hechos en Noruega es que “en Alemania el radicalismo de derecha está muy orientado a la germanidad basada en raza y cultura. Behring Breivik se basa en una predominancia imperial europea, en una forma muy suya del cristianismo y un etnonacionalismo. Son tres elementos básicos que combina de otra manera que los radicales en Alemania”, informa Wagner.

Con todo, entre los grupos alemanes y lo propuesto por el asesino masivo de Noruega hay elementos comunes, explica Wagner: “la visión de Europa como una fortaleza. Además de eso suelen tener una profunda convicción de que tienen una misión, que pueden salvar el mundo. Ése es el punto sicológico donde florece el fanatismo, en el punto de creerse el elegido”.

¿Fanático o psicópata?

¿No es esto más bien propio de un psicópata? “No”, responde Wagner basándose en la definición de psicópata que maneja la OMS. “Es un fanático; estamos frente a hechos homicidas motivados ideológicamente. Los cometió para lograr un objetivo político, filosófico y religioso definido por él mismo y para mandar una señal a su entorno. Según sus propias declaraciones, está consciente de que los hechos son brutales, pero `eran necesarios´. Aún cuando se comprobara que antes de los hechos consumió drogas, posibilidad que se baraja, ello no cambiaría el hecho de que estamos ante un fanático político”.

Lejos de estar bajo control

En cuanto al control y medidas preventivas de hechos violentos radicales y terroristas, Wagner opina que “estamos lejos de tener el radicalismo bajo control, en Alemania se ha avanzado bastante; aún así –aunque los aparatos de seguridad estén bien dotados- no es seguro que se pueda detectar y evitar todo peligro”. Por otro lado, subraya, “el problema básico es que políticamente, el radicalismo de derecha está muy difundido, está presente ideológicamente en la población con diferentes variantes”.

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Vigilia en Oslo por las ocho personas que murieron en el atentado del 22 de julio.Imagen: dapd

Con todo, contrariamente a lo que está sucediendo en varios países europeos -en donde la derecha radical tiene hasta una fuerte presencia en los parlamentos-, en Alemania hasta el 2009 había logrado sobrepasar el 5 por ciento necesario para entrar en los parlamentos regionales sólo en dos ocasiones. Una posible explicación de ello es que “los gobiernos alemanes se han preocupado mucho de desarrollar programas que aporten al clima democrático”, explica Wagner.

“Nuestra lamentable historia nos ha demostrado que la democracia no cae del cielo y que hay que invertir en ella”, concluye Wagner quien fue miembro iniciador de la Fundación Amadeu Antonio, en recuerdo de la primera víctima de violencia de la extrema derecha alemana en Eberswalde en 1990, cuando Alemania ya estaba reunificada.

Autora: Mirra Banchón
Editor: Pablo Kummetz