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"Brexit": el peligroso póker de Boris Johnson

Barbara Wesel
2 de octubre de 2020

Tras la adopción de la Ley de Mercado Interior en Londres, la acción contra el gobierno británico se considera en Bruselas una consecuencia necesaria. En la Unión Europea crece la indignación hacia Boris Johnson.

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Boris Johnson ante la Cámara de los Comunes, en Londres
Boris Johnson ante la Cámara de los Comunes, en Londres Imagen: picture-alliance/empics/House of Commons

Los europeos habían fijado un plazo al Gobierno británico: hasta la medianoche del 30 de septiembre debían retirar la controvertida Ley de Mercado Interior, que se considera una violación del acuerdo de retirada del Reino Unido de la Unión Europea.

En la práctica, dicha ley va en contravía de las cláusulas clave del Protocolo de Irlanda del Norte, que forman parte del acuerdo de salida. Como era de esperar, Londres no cumplió con la solicitud de Bruselas, y la amenaza de una acción legal por parte de Bruselas es la consecuencia lógica.

¿Póker con altas apuestas?

La respuesta de Londres fue bastante brusca: el gobierno acoge la Ley de Mercado Interior, porque representa una "red de seguridad legal para proteger la integridad del mercado interno británico, y para preservar los logros del proceso de paz", dijo un portavoz de la administración de Johnson. Bruselas considera esa declaración como un pretexto y sospecha un juego estratégico, una especie de juego de póquer en la negociación con Bruselas.

En el tratado del "brexit”, minuciosamente negociado con la UE, el Primer Ministro británico Boris Johnson se comprometió a acordar una mayor integración de Irlanda del Norte a la unión aduanera de la UE y las normas del mercado interior con el objetivo de mantener el libre comercio entre la República de Irlanda y el sector británico de Irlanda del Norte y las fronteras abiertas.

Esta solución significa que se introducirían algunos controles sobre el movimiento de mercancías con Gran Bretaña. Johnson había elogiado la firma del tratado como un "momento fantástico" y una "gran victoria". Pero luego cambió de opinión. Los ultraconservadores consideraron el acuerdo como "intolerable”, por "afectar”, supuestamente, la soberanía británica y la unidad del reino, y que, por lo tanto, debía ser desechado.

Boris Johnson puso finalmente sobre la mesa la llamada Ley de Mercado Interior, que al menos bloquea la parte sobre Irlanda del Norte del tratado. Desde entonces, los observadores se han preguntado qué quiere el primer ministro. Bruselas sospecha que aspira a pacificar partes de su propio partido y, al mismo tiempo, presionar a la UE.

Para la UE, el frágil acuerdo sobre la cuestión irlandesa está en juego: si no se llega a un acuerdo comercial con Gran Bretaña, el gobierno de Londres derribaría sin contemplaciones el régimen fronterizo y crearía el caos y la presión política en la isla irlandesa.

En días anteriores, el ministro de Estado para Europa del Ministerio de Relaciones Exteriores de Alemania, Michael Roth, le había pedido a Londres "dejar de jugar". Pero el gobierno británico ha ignorado las interpelaciones. De pronto, el pasado 29 de septiembre, la ley fue aprobada por la Cámara de los Comunes, tras un trámite acelerado repentinamente.

Los ex primeros ministros advierten

Se trata del incumplimiento anunciado de un contrato: cuando se presentó el proyecto de ley, el Ministro de Irlanda del Norte, Brandon Lewis, admitió en tono jocoso que la introducción de la ley infringiría efectivamente el derecho internacional. Todos los ex primeros ministros británicos, desde John Major a David Cameron, advirtieron sobre las consecuencias: Gran Bretaña perdería la confianza y la credibilidad internacional. Sin embargo, en la votación del 29 de septiembre no hubo ni un voto disidente de los conservadores.

En Bruselas, la acción contra el Gobierno británico se considera una consecuencia necesaria: "El paso es lógico", dice el eurodiputado socialdemócrata Markus Ferber. Pero no se puede pasar simplemente al orden del día: "La cuestión fundamental es si los acuerdos con el Reino Unido valen siquiera el papel sobre el que están escritos. Después de todo, los británicos no sólo han faltado a su palabra, sino también a un acuerdo jurídicamente vinculante del que ellos mismos fueron coautores hace sólo un año".

El eurodiputado Bernd Lange, por su parte, subraya que la UE no debe dejarse convertir en un peón en el juego. Pero más allá de eso, dice que "la británica Ley del Mercado Interior pende como una espada de Damocles sobre las negociaciones (para el acuerdo comercial). Bajo estas condiciones, el Parlamento Europeo no aceptará ningún acuerdo".

Por su parte, Katharina Barley, europarlamentaria alemana, pregunta: "Si una de las partes de un contrato no cumple lo acordado, ¿cómo podemos confiar en que no romperá futuros contratos?" Y el ministro francés para Europa, Clément Beaune, también advierte que "no se puede confirmar un futuro acuerdo con Gran Bretaña" mientras no se retire la Ley de Mercado Interior.

¿Cómo seguirán las negociaciones?

A pesar de la confrontación, los europeos no serán los primeros en levantarse de la mesa de negociaciones. "La UE negociará con Gran Bretaña hasta el final", afirma el presidente del Parlamento, David Sassoli. El jefe negociador Michel Barnier y sus expertos en comercio siguen hablando con la delegación británica.

Pero los reportes desde la sala de negociaciones hablan de "diferencias insalvables". Michel Barnier dará a conocer este 2 de octubre el resultado provisional y los pasos a dar. En dos semanas, está prevista una cumbre de los jefes de gobierno en Bruselas sobre el "brexit”. A finales de octubre, a más tardar, debe estar listo el proyecto de tratado, si se quiere ratificar un acuerdo comercial antes de fin de año. El tiempo apremia.

(jov/cp)