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Arrivederci vacaciones

9 de julio de 2003

El escándalo desatado por las ofensas del secretario de Turismo italiano contra los veraneantes alemanes llegó a su cúspide: el canciller Gerhard Schöder canceló sus vacaciones en Italia y optó por quedarse en casa.

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Schröder, en los buenos tiempos, de vacaciones en Venecia.Imagen: AP

"Me da pena por él" comentó, en el hermoso balneario de Positano, Silvio Berlusconi, al enterarse de la decisión adoptada por el jefe de gobierno alemán. Y tiene razón en compadecer a Gerhard Schröder, quien resolvió no pasar este verano sus merecidas vacaciones en la costa itálica. En vista de todo el revuelo ocasionado por los peyorativos calificativos que profirió el secretario de Turismo italiano contra los veraneantes germanos, "arrogantes" y "estrepitosos", al canciller no le quedó más remedio que expresar su malestar quedándose con las maletas listas, en su morada de Hannover.

Consecuencias imprevisibles

No es poco el sacrificio que la dignidad estatal exige del atribulado gobernante alemán, teniendo en cuenta su declarado amor por las tierras de Dante, a las que acude fielmente desde hace años. ¿Qué consecuencias tendrá este bochornoso episodio para el devenir político? En el plano interno, en Berlín cunde la preocupación. Como hacía notar un periodista, sabido es que sólo un canciller descansado es un buen canciller. ¿Cuánto podrá reponerse Schröder en su propia casa, donde de seguro hay numerosos artefactos que reparar o tareas domésticas pendientes, incumplidas durante el año debido a sus compromisos y obligaciones gubernamentales?

Repercusiones internacionales

Más graves aún pueden ser las repercusiones internacionales del traspié del secretario italiano de Turismo, Stefano Stefani. Algunos ministros alemanes, como Otto Schily (Interior) o Wolfgang Clement (Economía), han dado a entender sin muchos rodeos que quisieran ver rodar la cabeza del autor de las ofensas, en términos políticos, se entiende. Conociendo la susceptibilidad de líderes como Berlusconi, cabe temer que en breve acuse a Berlín de injerencia en los asuntos internos de Roma. Hasta podría producirse un conflicto con la Liga Norte, el partido de Stefani, que por lo visto no tolera el nacionalismo más que en sus propias filas.

Turistas errantes

¿Y qué harán los miles de turistas germanos que ya tienen reservaciones en Italia? ¿Se irán con su estrépito a otras playas, donde los lugareños no tengan oídos tan sensibles y soporten mejor sus decibeles? No faltarán, de seguro, panoramas alternativos. ¿Qué tal el Caribe, donde pasarían auditivamente inadvertidos entre los sones tropicales? También el desierto de Atacama podría ser una alternativa. Allí no molestarían literalmente a nadie y, al fin y al cabo, hay kilómetros de costa intacta.