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Alemania: ¿cuánto pesan los valores en la política exterior?

Christoph Hasselbach
4 de mayo de 2023

La ministra alemana de Relaciones Exteriores, Annalena Baerbock, enfatiza los aspectos éticos en su labor. No siempre con el resultado deseado.

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Annalena Baerbock.
Annalena Baerbock, ministra alemana de Exteriores.Imagen: Bernd von Jutrczenka/dpa/picture alliance

Annalena Baerbock pone énfasis sobre todo el aspecto valórico de la política exterior: democracia, Estado de derecho y derechos humanos. La jefa de la diplomacia alemana está dispuesta a criticar abiertamente a los países que no comparten dichos valores, incluyendo a la poderosa China.

Entretanto, hay quienes advierten que China es demasiado importante para Alemania como para poder permitirse fricciones. El filósofo alemán Richard David Precht afirmó recientemente en un podcast de la cadena ZDF que la política valórica de Baerbock "es en realidad una política exterior confrontacional”.

Otros piensan, en cambio, que Baerbock no defiende suficientemente los valores. Por ejemplo, en Irán: tras la confirmación de la sentencia de muerte contra el germano-iraní Jamshid Sharmahd, su hija planteó en el periódico Neue Osnabrücker Zeitung: "¿Dónde quedaron las serias consecuencias de las que habló la Sra. Baerbock cuando un ciudadano alemán fue secuestrado y condenado a muerte en una farsa de proceso?

Karoline Eickhoff, experta en África de la Fundación Ciencia y Política, con sede en Berlín, dice a DW que no se puede trazar una división clara entre valores e intereses en política exterior. Johannes Varwick, profesor de relaciones internacionales de la Universidad de Halle, tiene por su parte una opinión crítica sobre la política exterior valórica, porque "porque quita mucho margen de acción para lograr acuerdos y, además, arroja pocos resultados”. En conversación con DW, indica que "la política exterior es el arduo negocio de sopesar intereses. Eso no significa pasar por alto violaciones de derechos humanos y dar carácter absoluto a los intereses económicos. Pero se requiere habilidad y empatía para evaluar y entender a otros países según los parámetros de su propia evolución histórica, política y social”.

China y Rusia no se inmiscuyen

La idea de una política exterior guiada por valores no es nueva ni privativa de Alemania. En el fondo, toda la Unión Europea persigue lo mismo cuando establece la buena gobernanza como criterio para la ayuda al desarrollo.

Muy diferente es el camino que siguen Estados autocráticos como China y Rusia. No plantean preguntas sobre democracia y derechos humanos. Según un estudio realizado por encargo de la Fundación Friedrich Naumann, cercana al Partido Demócrata Liberal alemán (FDP), se indica que en África se aprecia que China no se inmiscuya en sus asuntos internos. Los africanos perciben a los europeos, en cambio, como "paternalistas”.

Karoline Eickhoff menciona también la percepción africana de una doble moral en la UE. "La defensa europea de los derechos humanos en la cooperación con Estados africanos se pone regularmente en duda cuando se trata de decisiones de política migratoria”.

La guerra de Ucrania

La idea de una comunidad valórica se tambalea especialmente en lo relativo a la guerra de Ucrania. Pese a que la invasión rusa fue una crasa transgresión de principios universales como la soberanía de los Estados y la inviolabilidad de sus fronteras, muchos países se abstuvieron de condenar a Moscú en la ONU. Entre ellos, por ejemplo, India y Brasil.

Lula y Xi Jinping, en Pekín.
Lula habló en China de la necesidad de buscar la paz en Ucrania.Imagen: Ken Ishii/Kyodo/AP/dpa/picture alliance

Más aún: el presidente brasileño dijo hace poco, en Pekín, que Estados Unidos debe "dejar de fomentar la guerra y comenzar a hablar de paz”. Y también la UE "debe empezar a hablar de paz”.

Eso no sorprende a Johannes Varwick, "porque estos países se fijan en sus propios intereses y, además, reprochan el doble standard. Pocos quieren dejarse arrastrar a un nuevo conflicto global, azuzado por Estados Unidos, entre democracia y autocracia”. Agrega que eso no tiene nada que ver con sentir simpatía por el proceder ruso.

Karoline Eickhoff considera que la clave es la credibilidad: "Una política exterior valórica se distingue por aplicar altos estándares al propio comportamiento, y no limitarse a demandar cambios de actitud de otros países”.

(ers/cp)