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Catástrofes

Alemania: ¿cómo vive la gente a un año de la inundación?

Suzanne Cords
12 de julio de 2022

Los daños causados por la devastadora inundación en el valle del Ahr no han sido reparados en su totalidad. Pero los habitantes de la zona, de alguna manera, tratan de salir adelante.

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El antes y después de la inundación.
El antes y después de la inundación. Imagen: Tessa Walther/DW

"Nunca me habría esperado una catástrofe así", dice a DW Jessica Bälz. "Uno se puede imaginar que las calles y los sótanos se inundan de agua. ¿Pero esto? No creo que nadie pudiera imaginarlo en absoluto", agrega.

Jessica Bälz es librera. Tenía dos tiendas antes de la inundación. Cuando el nivel del agua del río Ahr empezó a subir la noche del 14 al 15 de julio de 2021, Bälz con su esposo trataron de conseguir sacos de arena en las tiendas. Pero el agua acabó llegando por todos lados y la pareja lo tuvo claro: "Ya no hay nada que salvar. El agua en las dos tiendas llegaba hasta el techo", recuerda la mujer.

El "antes" y "después"

La catástrofe cambió radicalmente la vida de Bälz de un día para otro. Y no solo de ella. Las fuertes lluvias convirtieron los pequeños ríos y arroyos de Renania-Palatinado y Renania del Norte-Westfalia en furiosos torrentes. En las masas de agua, 180 personas perdieron la vida, alrededor de 17.000 personas perdieron todas sus pertenencias, al menos 60.000 casas y 28.000 negocios quedaron devastados. En total, los daños ascendieron, al menos, a 33.000 millones de euros.

"Nuestro mundo se divide en un antes y un después", escribió entonces Bälz en su página web. Allí cuenta que ella y su familia tuvieron suerte, pues su casa está ubicada en una colina, a donde la inundación no llegó. Por eso convirtió rápidamente la planta baja de su casa en una librería. Bälz tenía claro que "no había otra opción que continuar''.

Así lo ve también Marietta Thien, directora de la editorial Velbrück, en la localidad de Metternich, cerca de Bonn. Thien recuerda bien la noche de la catástrofe: a las 3.45 de la madrugada se despertó con el ruido del agua. "Sonó como las cataratas del Niágara”, recuerda Thien. "30.000 libros, ordenadores, muebles... todo quedó destruido", resume. Después de dos semanas, al menos pudo volver a trabajar desde casa. A finales de julio, ella espera poder volver a instalarse en el antiguo almacén de la editorial.

Reconstrucción tarda

Thien ha podido recuperarse un poco más rápido que la mayoría de afectados porque contaba con buenos seguros. Los gobiernos federal y estatal prometieron inmediatamente ayuda financiera, y personas de todo el país donaron dinero para los afectados. "La ayuda de emergencia llegó inmediatamente, una o dos semanas después de la inundación", asegura Thien.

"Los problemas suelen estar en las compañías de seguros, en la evaluación de los daños. Y con los formularios para la ayuda a la reconstrucción, lo único que oigo es: 'Este es un proceso tan complicado que estoy dudando si lo haré'", afirma. Pero hay otro problema: no hay suficiente mano de obra, por lo que la reconstrucción es lenta. Un año después de la catástrofe, no se ha hecho nada en muchas casas inundadas. Además, muchas carreteras, puentes y vías férreas ya no se pueden utilizar.

Traumas sin procesar

Por otro lado, la gente también sufre una carga psicológica: cada vez que llueve fuerte, aumentan las llamadas al teléfono de crisis. Bälz, por ejemplo, aún no ha superado completamente el trauma de la noche de las inundaciones: "Sí, de alguna manera sigue estando tan presente”.

"Estás agradecido por algo que antes considerabas normal", continúa. Incluso ahora, su ciudad, Ahrweiler, sigue siendo una gran obra de construcción. Pero a pesar de que en algunas zonas destruidas se trata de avanzar, Bälz admite que "no se puede calcular la dimensión temporal. ¿Hablamos de meses, un año, cinco o diez años?".

La mayoría de la gente no puede esperar tanto tiempo porque su sustento económico depende de ello. La región especialmente afectada por la inundación vivía, en gran medida, del turismo. Sin embargo, el 90 por ciento de los negocios quieren volver a abrir, indica Dorothee Dickmanns, responsable de prensa de Ahrtal-Tourismus: "Eso, personalmente, me parece una señal muy positiva".

(ct/jo)