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Agua, fuente de vida y muerte en América Latina

Judit Alonso
23 de marzo de 2022

Un recurso vital que puede llegar a ser mortal. Una extraña contradicción, que se produce de manera habitual en América Latina, donde en algunos países beber agua se cobra miles de vidas.

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Peces muertos en un río.
“El 25 por ciento de los ríos de la región presentan al menos la mitad de sus tramos contaminados”, critica Hugo Contreras, director de Seguridad Hídrica de América Latina de la organización "The Nature Conservancy". Imagen: AP

Cantidad contra calidad. Aunque las ciudades de América Latina y El Caribe tienen una cobertura de agua potable de alrededor del 90 por ciento, hay lugares de Haití, Honduras, Nicaragua, El Salvador y regiones rurales de varios otros países, donde la calidad del agua suministrada no es adecuada.

Las poblaciones de menores recursos suelen ser las que tienen servicios de menor calidad. Ello repercute en la salud, ya que el acceso a servicios inadecuados de agua, saneamiento e higiene tiene consecuencias en el estado físico de la población.

Enfermedades causadas por el consumo de agua

Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), 28 millones de personas en América Latina y El Caribe no tienen acceso a una fuente de agua mejorada, 83 millones carecen de acceso a instalaciones de saneamiento mejorado, y 15,6 millones defecan al aire libre. Este último dato también lo recoge el Banco Iberoamericano de Desarrollo (BID), que estima que 490 millones de personas, es decir, cerca del 80 por ciento de la población, no tiene acceso a servicios seguros de saneamiento, es decir desalojo y tratamiento de aguas residuales.

Las enfermedades causadas por el uso del agua están relacionadas con la presencia de microrganismos y sustancias químicas presentes en el agua de consumo. La malnutrición, la diarrea, las intoxicaciones, así como enfermedades desatendidas, entre otras, pueden conllevar un final fatal. Según datos recopilados por dicha organización, cerca de 7.600 niños menores de 5 años mueren anualmente por diarrea en la región, mayoritariamente en Haití (23 por ciento), Guatemala (10 por ciento), Bolivia (7 por ciento) y Venezuela (5 por ciento).

Brunnen in Bolivien
Un habitante de las altas llanuras bolivianas se surte de agua de un aljibe. Bolivia es uno de los paises de América Latina con los mayores problemas por falta de agua potable. Imagen: European Commission/R. Canessa

"La calidad del agua en Venezuela está muy cuestionada por los especialistas, incluyendo zonas del país donde generalmente el agua suministrada tiene coloración y olor totalmente desagradable, por lo que puede sospecharse que no es en absoluto potable”, lamenta a DW Alejandro Álvarez Iragorry, de la organización Clima21 - Ambiente y Derechos Humanos.

"Las enfermedades gastrointestinales son una de las mayores causas de mortalidad infantil, lo cual confirma la baja calidad de los servicios, si bien con países que representan extremos positivos como Chile, Uruguay, Guyana y negativos como por ejemplo Haití, Honduras y Nicaragua”, explica a DW Hugo Contreras, Director de Seguridad Hídrica de América Latina de la organización The Nature Conservancy.

Una cuestión de contaminación

Asimismo, "se estima que alrededor de 25 millones de personas en la región podrían contraer diferentes enfermedades derivadas de agua de baja calidad”, añade el también representante de la Alianza Latinoamericana de Fondos de Agua que detalla que "el 25 por ciento de los ríos de la región presentan al menos la mitad de sus tramos contaminados”.

Por otro lado, Contreras recuerda la existencia de fuentes de aguas subterráneas con elevados niveles de contaminación. "Esta contaminación tiene diferentes orígenes, humanos y no humanos. El aumento de la urbanización en un escenario de bajos niveles de tratamiento representa un riesgo de contaminación de fuentes de agua”, recalca.

Según el director de Seguridad Hídrica de América Latina de la organización The Nature Conservancy, "las normas de calidad en la mayor parte de los países se diseñan en función de parámetros para mantener a la población sana. Sin embargo, el reto es la implementación de dichas normas, así como con los modelos de financiamiento para asegurar que las inversiones necesarias para garantizar el cumplimiento se hagan”.

Contaminación industrial de una laguna en Argentina.
Contaminación industrial de una laguna en Argentina.Imagen: Daniel Feldman/AP Photo/picture alliance

Se trata de un aspecto en el que se observan diferencias entre los diversos países de la región. "Uruguay y Chile han mostrado desempeños avanzados, que los colocan más cerca de países europeos, en Guatemala todavía no hay una Ley General de Aguas y en México el diseño institucional se ha mantenido prácticamente estático por más de veinte años”, detalla.

Aguas residuales en la mira

Contreras critica el retraso de la región en el saneamiento de aguas residuales. "Es claro que hacia adelante esta agua deberíamos considerarla como una fuente real de agua”, apunta reconociendo que la inversión necesaria para ello, "nos llevará a repensar el modelo de financiamiento del agua”.

No obstante, la pandemia sanitaria abre una nueva mirada, ya que, según el informe ‘Refuerzo de la vigilancia de la salud pública mediante pruebas de aguas residuales: una inversión esencial para la pandemia de COVID-19', publicado en enero de 2022 por el Banco Mundial, las inversiones en los sistemas de monitoreo de aguas residuales ofrecen una forma relativamente económica para que los países de América Latina y el Caribe mejoren sus sistemas de detección, diagnóstico, control y monitoreo de virus que causan enfermedades como la COVID-19 y sus variantes.

"La región puede beneficiarse de la utilización de su infraestructura de agua y saneamiento para la vigilancia de los riesgos para la salud pública, como el COVID-19”, afirma Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para la región de América Latina y El Caribe.

Además de obtener información sobre poblaciones vulnerables o en ubicaciones remotas, las pruebas de aguas residuales pueden analizar patógenos en los desechos y dar respuestas de salud pública ante enfermedades como la hepatitis A, la influenza, la resistencia a los antimicrobianos, el consumo de drogas químicas o el mal empleo de plaguicidas.

(ms)