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Adlershof: el corazón científico-tecnológico de Berlín

30 de septiembre de 2009

El centro científico-tecnológico de Adlershof es un ejemplo de la exitosa aplicación de subvenciones tras el derrumbe de la RDA. Más de 400 empresas operan allí, en estrecha colaboración con institutos de investigación.

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Investigación de avanzada en Adlershof.Imagen: DW-TV

La ciencia y la tecnología tienen tradición en el barrio berlinés de Adlershof. En la República Democrática Alemana tenía allí su sede la Academia de Ciencias y hoy en día se encuentra en ese área uno de los centros de alta tecnología más exitosos de Alemania. Institutos de investigación y más de 400 empresas de orientación tecnológica se han emplazado en ese lugar.

El Instituto Max Born de Óptica no Lineal y Espectroscopia (MBI) es uno de los centros de investigación que operan allí y que goza de gran prestigio internacional. Una de sus investigadoras, la física Andrea Lübke, destaca: “el hecho de que aquí haya tantos institutos tan cerca unos de otros, que también colaboran entre sí y donde uno se beneficia del know-how del otro, es algo especial, que no se encuentra con frecuencia”.

Ingolf Hertel, director del Instituto Max Born, es también profesor de física en la Universidad Libre de Berlín y portavoz de los 11 centros extra-universitarios de investigación de Adlershof. Además, es una especie de pionero, ya que llegó poco después de la reunificación de Alemania a este lugar donde hasta entonces estaba la sede de la Academia de Ciencias de la RDA.

El pasado germano oriental

Esto era tal como uno se imagina un desolado paisaje industrial”, recuerda Hertel, y describe un panorama ruinoso: “todavía goteaban productos químicos de algunas tuberías en oscuras pozas, había barracas semi-derruidas y las calles estaban descongeladas en los sitios donde por debajo pasaban las tuberías de calefacción”. Era diciembre de 1991.

En tiempos de la RDA, más de 5.500 científicos, técnicos e ingenieros trabajaban en Adlershof. Tras la unificación de Alemania, el gobierno de Berlín se propuso seguir aprovechando el potencial de la Academia de Ciencias, pero no con la misma cantidad de personal. Sólo 1.500 personas, seleccionadas por el Consejo Científico, pudieron continuar sus labores.

Berlin Adlershof
Las inversiones en Berlín también incluyen la conectividad vial.Imagen: picture alliance/dpa

No lejos del Instituto Max Born se encuentra la empresa IfG (Institute for Scientific Instruments), que fabrica aparatos ópticos en el área de la tecnología de los rayos X. Su jefe, Norbert Langhoff, había hecho carrera en la RDA. Desde 1963 desarrolló y fabricó en la Acadamia de Ciencias equipos técnicos para la investigación en el área de la física, la biología y la medicina. En 1970 fue nombrado director de un instituto con cerca de 1.700 empleados.

El impacto de la reunificación alemana

Langhoff relata que vivió los cambios que conllevó la reunificación alemana con sentimientos encontrados. “Como científicos, naturalmente soñábamos con las posibilidades que entonces tuvimos a disposición. Mucho de lo que nos entorpecía el trabajo en tiempos de la RDA, es decir, la falta de tecnología moderna de computación o electrónica, desapareció. De pronto había de todo y se nos abrieron perspectivas totalmente nuevas”, recuerda. Pero también alude a la otra cara de la medalla. “Nosotros creíamos que, sobre esta base y con la colaboración de nuestros colegas occidentales, podríamos seguir nuestro camino con conceptos propios”, indica, y subraya que en el tratado de la unificación de Alemania se hablaba de negociar sobre el futuro de la Academia de Ciencia y no de su cierre.

Frustración fue lo que sintió en ese momento Langhoff. Y también amargura. De profesión ingeniero, optó entonces por independizarse. En 1993 fundó con otros dos colaboradores su propia empresa en Adlershof. “Tenía claro que, tratándose de la fundación de una empresa tecnológica, retornaría a Adlershof, porque no hay nada igual en Berlín y creo que en ninguna otra parte de Alemania”, explica.

Una pequeña ciudad

S-Bahnhof Adlershof in Berlin
Trabajos de remodelación en la estación de Adlershof.Imagen: picture alliance/dpa

Investigar, desarrollar y producir mancomunadamente. Ése es el secreto de Adlershof y la base del éxito de Langhoff. Su empresa tiene en la actualidad 40 empleados y un volumen de negocios de tres millones de euros anuales. Gracias a la colaboración con los institutos de investigación está a la vanguardia del progreso científico tecnológico, según su dueño.

El parque tecnológico de Adlershof abarca más de cuatro kilómetros cuadrados. Hoteles, restaurantes, centros comerciales y hasta consultorios médicos completan el rostro de esta pequeña ciudad, con calles que llevan nombres de científicos, en la que trabajan unas 14 mil personas. Toda una historia de éxito.

Autora: Sabine Kinkartz/Emilia Rojas

Editora: Claudia Herrera Pa