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Memoria del Holocausto

(dpa)30 de septiembre de 2008

El escritor y Nobel de la Paz Elie Wiesel trabaja por mantener vivo el recuerdo de las seis millones de víctimas del Holocausto. Hoy cumple 80 años.

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Elie WieselImagen: AP

Elie Wiesel sobrevivió a Auschwitz. Su padre Shlomo, su madre Sarah y su pequeña hermana murieron en la maquinaria de aniquilación de los nazis. Desde entonces, Wiesel dedicó su vida a luchar contra el olvido.

En todo el mundo el escritor y Premio Nobel de la Paz trabaja por mantener viva la memoria de las seis millones de víctimas del Holocausto. No como retrospectiva del pasado, sino como enseñanza para todos para el futuro.

"Quien permita que se oscurezca el recuerdo de las víctimas, las mata por segunda vez", dijo en el 2000 en un memorable discurso ante el Parlamento alemán. Este martes 30 de septiembre Elie Wiesel cumple 80 años.

Su obra más importante es el libro "La noche" (1958). En él relata sus recuerdos del campo de concentración nazi de Auschwitz. El relato fue traducido a 30 lenguas y hasta el día de hoy es uno de los libros más leídos sobre el Holocausto.

Sobre todo en Estados Unidos, Wiesel se convirtió así en figura de culto y es considerado uno de los líderes del judaísmo estadounidense.

Cuando la moderadora de TV Oprah Winfrey presentó hace dos años una nueva edición de "La noche" en su club literario televisivo y viajó para ello con Wiesel a Auschwitz en "busca de rastros", las ventas del libro se dispararon. Algunos críticos acusan a Wiesel de comercializar demasiado su propia persona.

Deportación a Auschwitz

Nacido en 1928 en Sighet, Rumania, como hijo de un comerciante judío, en realidad quería ser rabino. Pero su educación religiosa fue interrumpida en 1944 cuando la familia fue deportada a Auschwitz. "El nombre no nos decía nada", relató él después en una entrevista.

"Pasaron sólo pocos minutos y ya todas las familias estaban desperdigadas, hombres y mujeres fueron separados".

Wiesel nunca más vio a su madre. Con su padre, fue a parar en principios como prisionero número A-7713 al campo de Auschwitz y luego trasladado a Buchenwald, donde el padre murió poco antes de la liberación. "Lo habían golpeado y yo no pude ayudarle. Sus últimas palabras fueron mi nombre. Al final, yo ya no respondía. Tuve miedo".

Los sentimientos de culpa de los supervivientes, las dudas respecto de la existencia de dios en medio de tanta atrocidad y las preguntas sobre la identidad judía fueron todos temas determinantes del pensamiento de Wiesel.

Tras la guerra, fue a parar a un orfanato en Francia, continuó estudiando el Talmud y luego estudió filosofía y literatura en la Sorbona de París.

Durante años, trabajó como periodista y corresponsal extranjero, hasta que el Premio Nobel de Literatura francés Francois Mauriac (1885-1970) lo alentó a "recordar lo indecible".

Prolífico escritor: casi 50 obras

Tras su primera obra, "La Noche", siguieron casi 50 libros: ensayos, novelas, obras de teatro. Wiesel, que en 1963 adoptó la ciudadanía estadounidense, se convirtió en el abogado de las minorías perseguidas del mundo. En 1986, obtuvo el Premio Nobel de la Paz por ser un ejemplo en la lucha contra la violencia, la represión y el racismo.

También intervino una y otra vez en la política alemana. Al entonces presidente alemán Johannes Rau le pidió en 2000 una disculpa oficial de los alemanes al pueblo judío.

En la llamada lucha de historiadores 1986/1987, en el debate en torno al libro de Daniel Goldhagen, "Los verdugos voluntarios de Hitler", en 1996 y en la discusión en torno a la novela de Martin Walser "Muerte de un crítico", cada vez tomó una posición decidida.

"Nunca creí en una culpa colectiva", dijo el año pasado en un congreso en Auschwitz. "Los hijos de los asesinos no son asesinos, sino hijos".

Desde 1976, Wiesel es profesor en la Universidad de Boston. Además, continúa escribiendo, en general, en francés. Su esposa Marion es su más importante traductora al inglés.

Pocos días antes de su 80 cumpleaños, participó como embajador de la ONU para la paz en un parlamento juvenil de Naciones Unidas en Nueva York, donde trabajó casi diez años como corresponsal.

Por su conmovedor discurso, recibió un largo aplauso. "Hay que tomar partido", dijo. "La neutralidad ayuda a los represores, nunca a las víctimas".