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El tren de la victoria

Daniel Martínez18 de junio de 2006

En la estación de Deutz, en Colonia, empezó la última etapa del peregrinaje de un grupo de 1200 aficionados brasileros que vinieron a Alemania para acompañar a su equipo en la fase de clasificación a octavos.

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Tertulia carioca en el interior de un tren alemán.Imagen: DW


A las 9 de la mañana, cuando aún daba la impresión de ser demasiado temprano para los sudamericanos, arrancó el primero de dos trenes bala rumbo a Múnich. Los colores dominantes, los únicos que se veían en el interior de los 25 vagones, eran amarillo y verde.

Brasilianische Fans am Zug
A las nueve de la mañana comienza el viaje.Imagen: DW

La alegría que caracteriza a la torcida carioca estaba a esa hora ausente: las emociones los pitos, los bailes, los gritos, se mantenían empacados en la maleta, reservados para la fiesta que se iniciaría más tarde.

El tren rodó durante los primeros minutos de la jornada a lo largo del río Rin, en un día soleado, hermoso, uno de esos en los que duele estar encerrado bajo techo, atrapado dentro de un tren.

Quizás en aquel momento ese era el sentimiento del grupo de aficionados que durante 4 años ahorró para pagar este viaje al Mundial.

Turismo futbolístico

Los pasajeros de este tren reservaron su asiento en Brasil, por él pagaron entre 4.000 y 10.000 euros que incluyen el cuarto de hotel, desayuno, entradas a todos los juegos del campeón del mundo en la primera ronda, transporte a los estadios y un tour guiado en Colonia, la ciudad que los acogió como huéspedes de honor.

Brasilianische Fans im Zug
Signo de la victoria: ¿una visión?Imagen: DW

Con rumbo a Múnich se enviaron 2 trenes bala; dos de esos modernos medios de transporte que atraviesan por tierra Alemania a velocidades de 300 kilómetros por hora, pero que en esta oportunidad se movieron lentamente para permitirle a los turistas del fútbol disfrutar del paisaje local.

Lo que lograron ver estos brasileros por la ventana del tren es uno de los pocos recuerdos que se llevarán a casa. Ellos vinieron casi exclusivamente a ver fútbol, por eso su agenda es tan apretada: levantarse a las 7 a.m., en bus a la estación del tren, 6 horas de viaje hasta Múnich, transporte en bus al estadio, observar el partido, de regreso a la estación del tren en Múnich y a las 4 a.m. -tras una jornada de 22 horas- arribo a su hotel en Colonia.

Hacia Berlín, Múnich o Dortmund, los aficionados brasileros son transportados en total en 25 trenes reservados exclusivamente para ellos. La ruta fue diseñada especialmente para permitirles apreciar las más bellas poblaciones alemanas.

En el viaje, estos particulares turistas del Mundial son acompañados por una traductora de la compañía de trenes y para facilitarles la comprensión se escribieron también todas las instrucciones de los diferentes avisos en portugués.

Los anfitriones se esmeran por ofrecerle a los brasileros las mejores atenciones: sándwiches de huevo o jamón, "frikadellen" (carne en forma de hamburguesa) y salchichas con pan por cuatro euros. La cerveza, necesaria para refrescarse del calor que hace en los vagones por culpa de una falla en el aire acondicionado también se vende en rebaja: seis por 12 euros.

La fiesta carioca

A 90 minutos de Múnich en el tren reina una calma que no tiene nada que ver con la imagen de Brasil: fiesta, baile, música, bellas mujeres. Tras más de cuatro horas de viaje, únicamente el colorido de las vestimentas recuerda que los pasajeros son brasileros.

Brasilianische Fans im Zug
Y empieza la fiesta...Imagen: DW

Las bellas mujeres no se hacen notar; los hombres que ya están despiertos discuten de fútbol en voz baja para no perturbar a quienes aún duermen; la samba no se escucha ni siquiera en los altavoces de los vagones.

Un grupo alemán de periodistas de televisión empieza a filmar esperanzado en que las cosas cambien, en poder recolectar un par de imágenes de la alegría carioca en torno al fútbol.

El truco funciona, entusiasmados por salir en televisión y liderados por Junior, el músico de Bahia, varios de los turistas sacan de debajo de los asientos sus instrumentos. Tambor, pandereta y trompeta animan una fiesta que brota de la nada y se extiende como una plaga de vagón en vagón.

A la estación de Múnich no llega un tren sino un carnaval; un carnaval que si Brasil continúa ganando como lo hizo contra Australia se vivirá en Alemania hasta el final del Mundial.