Alemania carioca

Quizás lo de menear el trasero al compás de la música no sea su fuerte. Seguramente el amarillo y verde de las banderas brasileñas no luzca igual en morenos cuerpos tostados al sol de Rio que en colorados torsos torrados bajo el calor imperial de Mallorca. Incluso es posible que los cánticos brasileiros pierdan encanto al mezclarse con el acento alemán y que el litro de cerveza no refresque como lo hace una buena caipirinha.

Pero aún así, qué menos que reconocer el esfuerzo. La pasión que en Alemania despierta la selección carioca lleva al alemán medio a explorar las fronteras de sus propias relaciones sociales. Y es que casi no hay germano que no tenga el coração dividido: entre la madre patria y la patria madre de todas las fiestas, de todo el color, de toda la alegría y de todo el fútbol tal y como lo sueñan y añoran los alemanes.

Una marea verde-amarilla

Los artículos mundialistas se encuentran con diferentes grados de dificultad en los comercios alemanes. Una camiseta de Paraguay será más fácil de conseguir que una de Ghana. Pero para hacerse con la vestimenta paraguaya el fan tendrá que buscar más que si se conforma con la italiana.

Sin embargo, dos selecciones copan en mercado: Alemania y Brasil. No hace falta acudir a la compra y captura de sus productos, porque objetos oficiales y no oficiales de estos dos combinados le salen a uno al paso sin que pueda evitarlo. El éxito alemán se explica por sí solo: el equipo juega en casa. El de Brasil tiene una sencilla razón: los alemanes están locos por la seleção.

Camisetas, bufandas, silbatos. Balones, sombreros, pulseras. Bikinis, ropa interior, banderas. Todo se vende en Alemania si lleva el logotipo brasileño. En cualquier tienda, gran almacén o en el supermercado de la esquina.

Fans de la fiesta

Uno podría pensar que Brasil se quedó vacío y que los fans cariocas invaden Alemania. Pero no todos los rubitos de ojos azules que visten motivos brasileños proceden del otro lado del Atlántico. Cada alemán parece tener una camiseta brasileña oculta en el armario. La mayoría se alegraría de un Brasil en la final y, en realidad, confía más en la seleção que en el Nationalmannschaft.

Y es que, a falta de magos del balón, de Ronaldos y Ronaldinhos, de juego vistoso y alegre, los alemanes corean a Brasil. No son sólo los cinco Mundiales ganados y las estrellas que convierten al equipo carioca en el gran favorito lo que motiva la simpatía germana. Es la samba y las carnes morenas. Es la fiesta que acompaña a los brasileños donde quiera que vayan. Es el calor que los serios y eficaces alemanes echan de menos en su selección. Es por eso por lo que hoy Alemania se viste de amarillo.