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Las Fuerzas Armadas de la Revolución

Kersten Knipp
23 de febrero de 2018

Hace 100 años se fundó el "Ejército Rojo" en la entonces joven Unión Soviética. Desde el principio, su historia estuvo muy relacionada con la de Alemania, en momentos oscuros y a veces brillantes.

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BdT mit Deutschlanbezug 8.5.2017 -  Soldat der Roten Armee
Imagen: picture alliance/dpa/B. Pedersen

Unos cigarrillos para luego seguir. Cuatro kilómetros hay de distancia desde las afueras de la pequeña ciudad alemana de Erkner, en Brandenburgo, hasta la estación de tren, en el centro de la ciudad. Una ruta que no siempre invitaba a ir a pie. Y era una buena experiencia, porque a menudo uno podía ser llevado por las tropas del Ejército Rojo, a cambio de un par de cigarrillos, desde los barracones cercanos del ejército soviético. ¿Con los soldados? "Siempre fueron amables", recuerda el fotógrafo Christian Thiel, que creció cerca de Erkner en los tiempos de ocupación soviética durante los últimos años de la República Democrática Alemana (RDA).

Casi medio siglo, desde 1945 hasta la partida de las últimas tropas en agosto de 1994, el ejército ruso estuvo estacionado en la parte oriental de Alemania. Era la guardia militar del régimen soviético, dirigida contra la Europa occidental capitalista. Era una época seria, aunque, al menos en algunas ocasiones, el humor estaba presente. Por ejemplo, cuando los soldados iban en sus tanques a un lago cercano para asearse. "Cuando se quitaban los zapatos, reíamos hasta más no poder", recuerda Thiel, "porque en vez de calcetines llevaban trozos de tela en los pies". 

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Ceremonia de despedida del Ejército Rojo en mayo de 1994 en Berlin-Treptow.Imagen: picture-alliance/ZB/P. Grimm

"Para los rusos, éramos honestos"

Este ambiente relajado empezó recién en los últimos años de la presencia soviética. En 1945, la Alemania nazi acababa de perder la Segunda Guerra Mundial. Los alemanes sentían, por encima de todo, miedo. Se decía que los rusos clavaban las lenguas de los niños en la mesa, que eran sucios, brutales y no se afeitaban. "Estas historias horrorizaban a la gente", recuerda Ilse Ehreke, una testigo de, entonces, once años de edad. Otros alemanes eran menos prejuiciosos, especialmente las mujeres. Algunas saludaban a los rusos. "Ellos eran nuestros enemigos, pensaba en ese momento. ¿Por qué no arrestaban y acusaban a las mujeres de traidoras? No entendía eso", recuerda.

Una cosa dejaban rápidamente en claro los soldados: la situación de poder ha cambiado. Tan pronto como los soviéticos tomaron el Reichstag el 1 de mayo, enarbolaron la bandera de la URSS allí. El fotógrafo ruso Yevgeny Ananyevich Khaldei capturó el acto con su cámara. Pero incluso si se tratase de una posible escenificación, la imagen se convirtió en un ícono de la historia de la fotografía. 

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Icónica foto al izar la bandera soviética en el Reichstag de Berlín en 1945.Imagen: picture-alliance/akg

Profunda hostilidad

En 1945, la Unión Soviética y Alemania tenían una profunda enemistad. La fundación del Ejército Rojo se remonta también a la humillante derrota de los rusos ante los alemanes en la Primera Guerra Mundial. En 1917, el ejército alemán había conquistado grandes partes del colapsado imperio zarista. En diciembre de ese año, representantes de ambos países se reunieron para negociar la paz en la pequeña ciudad de Brest-Litovsk, a 180 kilómetros de Varsovia.

"Unas circunstancias históricas", escribió León Trotsky, quien meses después organizó la fundación del Ejército Rojo: "Se había avanzado tanto que los delegados del régimen más revolucionario que jamás haya conocido la humanidad tuvieron que sentarse en una mesa con los representantes diplomáticos de la casta más reaccionaria de todas las clases dominantes".

Esta casta ordenó a los rusos una paz que difícilmente pudo haber sido más dura. La joven Unión Soviética tuvo que entregar grandes partes de su territorio al imperio alemán, una humillante derrota que no podía repetirse de esta manera.

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Los nuevos francotiradores

Así, en enero de 1918, Trotsky se embarcó en la formación de un ejército soviético, el ejército "rojo". Con este fin, se basó en el disuelto ejército zarista, del cual también reclutó numerosos comandantes. Años más tarde, quedó bastante satisfecho con su trabajo.

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Sucesores del Ejército Rojo: desfile de las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa en Moscú en mayo de 2017.Imagen: Reuters/M. Shemetov

"El insignificante porcentaje de reclutas analfabetos está cayendo continuamente", señaló en 1934. "El Ejército Rojo no libera de sus filas a ninguna persona analfabeta. Dentro y fuera del ejército hay un rápido desarrollo en todo tipo de deportes. En el transcurso del año pasado, 50.000 trabajadores de profesiones civiles y escuelas fueron galardonados sólo en Moscú como francotiradores".

La Gran Limpieza

Desde la perspectiva del dictador Stalin, el ejército era un potencial peligro para su propio poder. Hacía mucho que había ganado la lucha de poder contra Trotsky, forzándolo al exilio en 1928/1929. Pero Stalin también sospechaba de muchos soldados y un gran número de comandantes, porque alguna vez sirvieron al zar. Ideológicamente tenían poco o ningún apego ideológico a la doctrina comunista, tal vez eran incluso hostiles a ella, y significaban al mismo tiempo apoyo y peligro para el régimen soviético. Así, Stalin decidió llevar a cabo una gran "purga": desde 1937 en adelante, retiró a poco menos de 35.000 oficiales de sus puestos y envió a más de la mitad de ellos a Gulags, donde muchos comandantes fueron asesinados.

Después de la Segunda Guerra Mundial, el ejército soviético se convirtió en el ejército más grande del mundo. Comprendía 170 divisiones de infantería, 35 de tanques y 58 de artillería, con alrededor de cuatro millones y medio de soldados bajo las armas. El ejército de soldados de reserva era aún más grande: eran casi 30 millones de hombres.

Retiro de Alemania

El arsenal en suelo alemán era también enorme. Cuando el Ejército Rojo abandonó Alemania Oriental en 1994, dejó una red de 1.500 instalaciones militares. Alrededor de medio millón de soldados volvieron a casa. Se llevaron unos 4.300 tanques, unos 100.000 vehículos, 3.600 cañones y 180 sistemas de misiles.

El retiro le costó mucho dinero a la recién reunificada Alemania: cerca de 7.500 millones de marcos alemanes (casi cuatro mil millones de euros) aportó el país en la retirada de los equipos militares. Y la mayoría de estos todavía sirven: como parte esencial del ejército del Estado sucesor de la Unión Soviética, la Federación Rusa.

Kersten Knipp (CT/CP)

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