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Vladdo y el arte de la sátira

Emilia Rojas Sasse
15 de agosto de 2017

Diseñador, periodista y caricaturista, Vladdo ha dejado huella en Colombia y más allá de sus fronteras, con su crítica cáustica y un humor que cala profundo.

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Kolumbien - Vladimir Florez - Karikaturist
Imagen: Privat

Nació en 1963, casi en la misma época que las FARC, y cuenta que creció con la idea de que eran invencibles. "Nunca pensamos que íbamos a ver a las FARC firmando la paz y entregando las armas. Y eso está ocurriendo en estos momentos", dice Vladimir Flórez, más conocido como Vladdo.

"En Colombia es más peligroso graficar que traficar", señaló una vez. Amante de los juegos de palabras, esa frase suya pone en evidencia la seriedad de su tarea de cronista incómodo de la convulsionada historia de su país, que hoy se asoma a la paz tras un conflicto armado de décadas.

El dedo en la llaga

Decidido defensor del proceso de paz y declarado crítico del uribismo, ha acompañado en las últimas décadas los altibajos de la política colombiana con su propio teleobjetivo intelectual. Y ha retratado esa evolución, por ejemplo, en su versión del Palacio de Nariño, la sede de gobierno, "adornado" con diversos elementos relacionados a la situación del momento.

Lo suyo es la mirada crítica, el humor que va mucho más allá del chiste, que cala hondo,  que pone el dedo en las llagas, no solo de su país sino de  toda la región y del ser humano como tal. Una mirada cáustica, que se expresa de múltiples maneras: en sus columnas, en espacios de TV y, sobre todo, en sus caricaturas.

Diseñador, periodista y reconocido caricaturista, ha dejado huella desde 1986 en los principales diarios y revistas de Colombia, entre ellos La República, El Espectador, El Tiempo y Semana.

Pero el impacto de su sátira se ha sentido también más allá de las fronteras colombianas. Muestra de ello fue una caricatura que indignó al presidente venezolano, Nicolás Maduro.

Los lápices de Vladdo

Su herramienta es la palabra. Y su lápiz, que ha dado vida a personajes tan conocidos como Aleida, una mujer que reflexiona sobre el amor y la pareja, sobre su condición femenina y sobre este mundo y el otro. "No te engañes, tus vacíos reales no se llenan ni con Botox ni con silicona", dice por ejemplo esta figura, nacida en 1997 de su pluma.

Vladdo recuerda los lápices que dejó su abuelo, que también dibujaba. Eran de marca alemana: Faber-Castell. "Son cosas que a mí de alguna manera me dejaron huella", relata, explicando que ha sido "germanófilo desde muy pequeño, desde la niñez, por temas familiares".

Entre sus lápices hay uno muy especial: "Estuve hace unos años en la fábrica de Faber-Castell, y el barón de Faber-Castell me regaló un lápiz que guardo como un tesoro y que uso todo el tiempo", dice Vladdo.

El trabajo de Vladdo, quien además ha publicado varios libros y fundó un periódico (Un Pasquín), ha recibido múltiples galardones, entre ellos el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar , el Premio Nacional de Periodismo del Círculo de Periodistas de Bogotá y el Premio de Excelencia otorgado por la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).