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Una aldea se muda

Pablo Kummetz19 de diciembre de 2007

La aldehuela de Manheim, en Alemania, tiene más de 1000 años de historia. Pero no tiene futuro: se lo tragarán las excavadoras de lignito. Por ello ahora se muda, completa.

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La entrada a la aldea de Manheim: una aldea debe dejar paso al lignito.Imagen: picture alliance/dpa

Los habitantes de la aldea de Manheim, al suroeste de Bonn —no confundir con la ciudad de Mannheim— acaban de votar acerca de su nuevo ubicación. A elección se hallaban tres localidades. Con una participación del 70 % al final ganó una ubicación a cuatro kilómetros del sitio histórico actual de la aldea, en la que en los próximos años surgirá el pueblo “Nuevo Manheim”, rodeado de campos y prados.

Manheim no es una aldea cualquiera: aquí nacieron las estrellas de la Fórmula 1 Michael y Rolf Schumacher, el primero siete veces campeón mundial.

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Excavadora de lignito: sin compasión por Manheim en mina a cielo abierto.Imagen: picture-alliance/ ZB

En total fueron llamados a las urnas 1.384 habitantes de la localidad, a partir de los 16 años de edad. El 81 por ciento de los votantes se decidieron por los cuatro kilómetros en línea recta. Ello es una buena señal: las divergencias dentro de la comunidad no son tan grandes como se temía. Ahora existe una fundada esperanza de que el espíritu y las tradiciones de la aldea puedan conservarse.

Además, la ubicación elegida está, a diferencia de las otras dos localidades puestas a disposición, bastante alejada de Kerpen, la ciudad más cercana. Ello es un indicio de que los habitantes de Manheim quieren conservar en su mayoría el carácter aldeano del pueblo y no ser absorbidos por la vida urbana.

Las excavadoras son implacables

Que Manheim debe hacer paso a la extracción de lignito, que aquí se realiza a cielo abierto, se sabe desde hace años. En 1978 se comenzó con la extracción de ese tipo de carbón fósil mineral, de color negro o pardo y poco compacto, que se usa combustible en centrales eléctricas.

En el mayor “agujero” de Alemania, las excavadoras devoran las entrañas de la tierra hasta 350 metros de profundidad. Pero también se extienden en superficie: palada tras palada se abren paso los gigantescas monstruos de casi cien metros de altura, 240 de largo y un peso de casi 13.000 toneladas, removiendo 240.000 metros cúbicos de tierra por día y quitando del paso todo lo que se interpone a su avance.

Hasta ahora han sido trasladadas de lugar tres localidades. A Manheim le llegará el turno en el año 2022. Ya diez años antes comenzará la mudanza de sus habitantes. Dentro de algunas semanas se comenzará a preguntar a los hogares si siguen la decisión de la mayoría o prefieren mudarse a otro lado. Todo pagado por la mina de lignito, por supuesto.

Un nuevo objetivo común

Dentro de algunos años, Manheim será entonces historia. Muchos de sus habitantes añoran los viejos tiempos. Pero todos saben que la aldea no podrá ser salvada. Así fue decidido políticamente hace ya muchos años.

Ahora esperan que sus nuevas casas sean dignos sustitutos de las que abandonan. El cura de la localidad se muestra preocupado: “la iglesia será derribada, eso es seguro y quién sabe si la comunidad volverá a ser la de antes”.

La concejal quiere ver, por el contrario, las nuevas posibilidades que se abren: “en Manheim vivimos desde hace tres décadas con la certeza de que debemos ceder paso a las excavadoras. A partir de ahora todos tenemos un nuevo objetivo común: hacer renacer nuestro bonito pueblo”.