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En varios procesos judiciales se acusa al convento de haberse apropiado ilegalmente de tierras vecinas. Las autoridades forestales también lo han denunciado, lo que los abades del monasterio consideran un signo de discriminación religiosa. En los últimos años, los miembros de la iglesia sirio ortodoxa que regresaron a su tierra alrededor de la montaña sagrada, Tur Abdin, han ido en aumento. Un nuevo comienzo desde que más de 300.000 cristianos abandonaran la región durante décadas, para escapar de la persecución y la injusticia.