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Hasta ahora, quienes no tenían auto se movían por Estambul en dolmus. Estos pequeños taxis compartidos no arrancan hasta tener suficientes pasajeros. La puerta suele ir abierta para que los clientes puedan subir en los cruces. Cuando alguien quiere apearse, el conductor frena en seco. Todo esto resulta demasiado anárquico para el alcalde de Estambul, que apuesta por un tráfico más regulado y moderno. Por eso ha propuesto a los conductores de dolmus cambiar sus vehículos por autobuses climatizados con paradas establecidas. Pero la idea no parece convencer...