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¿Tiene futuro el psicofútbol de Guardiola en el Bayern?

Enrique López Magallón
1 de mayo de 2014

¿Tiki-taka o fútbol abierto? La derrota del Bayern Múnich ante el Real Madrid reaviva el debate sobre el sistema de juego implementado por Pep Guardiola. Pero el verdadero problema del conjunto bávaro está en otra parte.

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Imagen: picture-alliance/dpa

Tras la estrepitosa derrota del FC Bayern Múnich ante el Real Madrid, y la ulterior eliminación de la Liga de Campeones, el técnico Pep Guardiola asumió la responsabilidad por lo sucedido, y quiso admitir: “Es mi responsabilidad. Fue una cuestión puramente táctica”.

Pero la evaluación preliminar del entrenador no da en el blanco porque como ha afirmado su homólogo en el Real Madrid, Carlo Ancelotti (citado por comentaristas alemanes), “más importante que la estrategia es la mentalidad”. Efectivamente, el fracaso del Bayern al refrendar el título de la Liga de Campeones, y la "debacle de Múnich", obedecen a una cadena de factores, casi todos ellos de estricto orden psicológico.

El sistema de juego de Pep Guardiola en el FC Bayern persigue el control absoluto. Esto involucra no solo la posesión del balón en la cancha sino también el aspecto mental de cada jugador. La prensa alemana daba cuenta desde hace tiempo de algunos ejemplos, como las largas arengas a Bastian Schweinsteiger por parte de Guardiola, en los entrenamientos.

Guardiola y sus jugadores: supervisión constante.
Guardiola y sus jugadores: supervisión constante.Imagen: AFP/Getty Images

También se supo que en otra ocasión el catalán reconvino al mismo mediocampista por atreverse a lanzar un tiro “no programado” a gol, en vez de mantener el control de la esférica. Esta forma de psicofútbol preferida por Guardiola acabó por sofocar no solo a los contrarios, sino también a sus propios jugadores.

“Algo andaba mal”

Como se sabe, el FC Bayern llevaba una marcha casi perfecta hasta el pasado mes de marzo, cuando, como dice Franz Beckenbauer, “algo comenzó a andar mal”. Aunque los bávaros seguían ganando y a veces aplastando, sobre la cancha no lucían alegres sino atormentados. Al celebrar sus goles, los jugadores del Bayern se veían serios, y más que eso: presionados mentalmente para no perder la concentración.

Pero a finales de marzo comenzaron a darse ineludibles factores de distracción. El FC Bayern ganó antes que ningún otro equipo en la historia del fútbol alemán el título de la Bundesliga. El entrenador cometió la pifia de dar por cerrado el torneo. La concentración comenzó a relajarse, y cuando esto sucede, cuesta doble esfuerzo recuperarla. Así fue como el sistema perfectamente calibrado de Guardiola perdió rumbo.

Ante estos signos preliminares, y la inevitable discusión resultante, Guardiola insistió en su estilo de juego, incluso en los prolegómenos de la semifinal contra Real Madrid. Aumentó la presión psicológica sobre sus entrenados, en particular sobre Franck Ribèry, con los resultados conocidos.

De repente millones de aficionados en todo el mundo vieron a un Bayern presa del burnout: irreconocible, agotado, desmotivado, carente de efectividad, e incapaz de crear situaciones de gol. Combinación letal, ante un Real Madrid impecable en su mentalidad, y sumamente efectivo en su estrategia.

Hay sin duda otros factores que en una u otra medida pudieron contribuir al desbalance, como la torpe provocación de Guardiola al madridismo antes del partido de vuelta, o el juicio contra el expresidente de los bávaros, Uli Hoeness, por millonario fraude fiscal. Pero el dilema del Bayern a futuro no cambia.

Ancelotti: "Lo importante es la mentalidad"
Ancelotti: "Lo importante es la mentalidad"Imagen: picture-alliance/dpa

¿Revolución cultural?

Ahora la gran pregunta es, ¿qué pasará con el sistema de juego de Guardiola en el FC Bayern? Y más aún, ¿qué sucederá con la “revolución cultural” que tanto el técnico como los directivos ponderaban hasta hace unos días?

La respuesta exacta nadie la sabe. Pero es previsible que Guardiola y su proyecto recibirán apoyo total de la directiva del Bayern. Nadie habla de cesar al técnico, ni de un “fin de ciclo”.

La alternativa ideal consistiría en desarrollar un sistema de juego que en lo posible mantenga la escalofriante precisión del Bayern de principios de la temporada, y a la vez, que administre mejor el factor psicológico.

Pero seguramente Guardiola se decidirá por otro camino: mantener el tiki-taka y cambiar a jugadores. Como dijo Ancelotti el martes, es difícil pensar en que el técnico del Bayern renunciará a una filosofía que le ha traído muchos triunfos.

Si el rumbo que el catalán escoja es el correcto, el Bayern con toda seguridad estará de nuevo entre los enemigos a vencer en la Champions.

De modo más categórico, puede decirse que la derrota ante Real Madrid sí marca un “antes” y un “después” para Guardiola dentro del Bayern. Se acabó la figura intocable y se redujo el margen de tolerancia en la prensa, la afición y la directiva bávara.

Ante esta circunstancia, y mirando a largo plazo, es ya imposible dejar de recordar el antecedente más reciente de una “revolución cultural” en la institución muniquesa: el de Jürgen Klinsmann, recibido con bombos y platillos como entrenador del equipo, y meses más tarde cesado de modo fulminante. Por lo pronto, Guardiola tiene razón en algo: el responsable de la "debacle de Múnich" es él, y nadie más.