Publicidad
Durante mucho tiempo se perdió de vista la importancia de registrar las casas antiguas como patrimonio nacional. Y por ello numerosos edificios, algunos del siglo XII, fueron blanco de máquinas demoledoras. Ahora las asociaciones de protección de la tradición lanzan protestas. El trasfondo del ese auge constructor: en el cantón de Schwyz los impuestos sobre el patrimonio y los bienes inmuebles retrocedieron a un nivel récord, lo que resulta muy atractivo para las compañías constructoras.